Mi compañero de aventuras

Laia

Aún recuerdo la primera vez que me subí en autobús. Iba acompañado de la mano de mi madre, y cuando las puertas se abrieron, subí las escaleras con miedo, quizás esperando que en cualquier momento saliera un monstruo de ese gigantesco vehículo. Pero nada de eso sucedió. Pasé todo el viaje mirando por la ventanilla, asombrado delante de las vistas de la ciudad que el autobús me proporcionaba. 


Meses después, esas mismas ventanas presenciaron mi primer acto de solidaridad, cuando me levanté para cederle mi asiento a una mujer embarazada. Me pareció percibir la sonrisa del autobús, orgulloso de los valores que este mismo me había enseñado.


A los quince años, volví a necesitar de su ayuda para llegar al instituto. Revivo con añoranza las horas de estudio que pasé sentado en uno de sus muchos asientos. Apuntes a mano y audífonos bien colocados dentro de mi oreja, aprendí sobre historia, matemáticas, lengua e inglés.


Con el paso del tiempo, el autobús se convirtió en mi mejor amigo. Dentro de él, el mundo exterior parecía evadirse. Solo existíamos yo y el vehículo que, como un caballo blanco, me llevaba hacia a mi destino. Al graduarme, salí del autobús con una gran sonrisa tatuada en el rostro, cuando conseguí mi primera entrevista de trabajo, fue el transporte el que se aseguró que no llegara tarde. Entre corbatas mal atadas, maletines malgastados y mañanas de café en mano, me empezaron a salir canas, y la vejez llamó a mi puerta. Presencié como cada año que pasaba, el autobús se iba volviendo más y más ecológico, cómo iba evolucionando y aprendiendo junto a mí. Y aunque el viento se llevó muchas escenas de mi infancia y juventud, el autobús seguía allí, como ese viejo amigo que te da la mano hasta el final.


Hoy celebro que sigo subiéndome al transporte público cada tarde de verano, cuando deseo pasear por la ciudad, o cuando voy a visitar a mis hijos. Este autobús me vio crecer, vivir, reír. Presenció mis peores momentos, como también mis instantes de gloria. Y hemos superado juntos los obstáculos. Por eso, un día como hoy quiero darte las gracias, por estar siempre a mi lado y acompañarme en cada aventura que decido emprender.


¡Muchas felicidades, Bus!

Categoria de 13 a 17 anys. Escola Pia Caldes de Montbui

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