Una y otra vez

Ali

Era mi primer día siendo conductor de un tranvía de los pocos que son manuales. Llegué justo a tiempo: un poco más y llego tarde. En fin, tenía que conducir desde Zona Universitària hasta Trinitat Nova, una y otra vez, hasta completar mis siete horas. Y, al final de mes, cobrar mis 2.500 eurillos.


En mi tiempo libre casi siempre estaba tirado en la cama sin hacer nada o me pasaba el rato recorriendo en bicicleta todo mi barrio. Un día, mientras lo hacía, me encontré a un amigo del trabajo llamado Emmet. Me paré para hablar con él y me preguntó si conocía un caso que se estaba haciendo muy viral: personas que tenían sueños lúcidos. Empezó a contarme y, cuanto más explicaba, más me confundía. Esas personas (bueno, las que habían sobrevivido para contarlo) decían haber soñado con un laberinto enorme y extraordinariamente parecido al lugar donde se encontraban. Si tardabas mucho en escapar o tenías mala suerte, aparecían unas entidades muy extrañas que eran capaces de hacerte cualquier cosa, si te atrapaban (y se creía que los que ya no están con nosotros podrían haber sido atrapados por una de esas entidades). Y lo peor era que se quedaban totalmente solos: nadie, salvo aquello que los había atrapado, les hacía compañía.


 


—Bueno, al menos es una buena razón para no dormirse en el trabajo —dije en forma de chiste.


Obviamente, no me lo creí, pero, por si acaso, busqué en internet y no había nada. Cuando regresara del trabajo se lo comentaría. Regresé ya de noche, así que me organicé las cosas del día siguiente, me lavé los dientes y me fui a dormir. Caí rendido. Al despertar, algo había cambiado. Todo era confuso. Estaba a los mandos del tranvía. Las calles estaban vacías y únicamente había sombras silenciosas en los vagones. Inicié mi ruta, como cada día. Una y otra vez. Y ya no hubo fin.

Categoria de 8 a 12 anys. IE Turó d'en Caritg

T'ha agradat? Pots compartir-lo!