Buena gente II

PauTMB

JOVEN


- Ya falta poco, estamos llegando – me dijo mi amigo.


- Estos autobuses nuevos están súper bien, son muy cómodos.


- La verdad es que sí. Hemos salido ganando con el cambio. Antes siempre los peores autobuses eran los del extrarradio. Ahora son todos igual de modernos.


- Buf, se ha equivocado, vamos a pasar por la calle de mis padres – le dije,  mirando hacia delante


- Bueno, no pasa nada, desde que Manolo está de baja por paternidad, cada semana hay un conductor nuevo. Y es difícil a veces orientarse por esta maraña de calles.


- Voy a decirle por dónde se va, Toni, me sabe mal.


Me dirigí desde los últimos asientos del autobús hasta la parte de delante.


- Señor Antonio – dije, al pasar junto a un hombre de mediana edad sentado cerca de la puerta del medio –, si el autobús fuera por aquí iría genial para ir a su casa.


- Si es que todas las calles son iguales - dijo el aludido –, no me extraña que se equivoquen.


Llegaba a la altura del conductor, que por el espejo retrovisor me miraba mientras sonreía, un poco intranquilo.


- No te preocupes – le dije, mientras le señalaba la calle -, esta primera no, porque es dirección contraria, la siguiente tampoco porque siempre hay coches aparcados en la esquina y vas a tener muy difícil girar. La otra puedes ir a la izquierda y la siguiente a la derecha, y volverás a la calle principal, justo antes de la parada.


- Gracias, a veces las rutas nuevas son bastantes difíciles – me dijo, ya más tranquilo.


- ¡¡¡¡Tranquilo, jefe, no pasa nada!!!! – el señor Antonio seguía a lo suyo – ¡¡¡¡estas calles son todas iguales!!!! Perderse el primer día es de lo más normal.


- Por aquí  - le dije – y ahora esa a la derecha… ves, ahí está la parada. Ahora no hay nadie, pero como la calle hace cuesta normalmente hay algún anciano.


El conductor me dio las gracias, parecía respirar más aliviado. Miró por el retrovisor y se disculpó con los pasajeros. El vozarrón del señor Antonio sonó por encima de todos los demás. Hasta Toni, que es en principio callado, le dijo que no pasaba nada.


Llegó a la parada y abrió la puerta de detrás para que se bajara la señora Paquita.


- Yo me bajo aquí - le dije, y volviéndome hacia mi amigo le grité –: ¡Toni, hasta mañana ! –. Me giré al conductor: –La siguiente ya es el final –, y me fui hacia la puerta  enmedio.


- Espera –me abrió la puerta de delante, y me dijo –: es lo menos que puedo hacer.


Le di las gracias mientras me bajaba, y al tiempo que veía cómo el autobús se ponía en marcha, grité: "¡Buena gente!", y saludé a Toni con la mano.


 

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