BUENOS DÍAS, VIDA

PITUSA GARCIA MUEDRA

¡¡¡Buenos días, Vida!!! Aquella mañana de Marzo del 2020 me desperté como cada día para ir a trabajar, y lo primero que se me ocurrió fueron estas palabras.


A diferencia de otros días, hoy era distinto, mi padre había fallecido la semana anterior y hoy nos levantábamos toda la ciudad en un estado de alarma que nos hacía a todos más vulnerables.


 Incertidumbre, miedo, angustia ante lo desconocido, muchos sentimientos agolpados en mi corazón, y por encima de todos, la tristeza de haber perdido a una persona que estuvo en mi vida para lo bueno y lo malo.


¡¡Buenos días, Vida!!, como estas fueron las primeras palabras que escuché en mis pensamientos al despertar, pensé:


-Adelante, ¡este día hay que afrontarlo con esperanza ¡!!


El trayecto hasta la oficina donde tenía que empezar mi jornada laboral era largo, tenía que atravesar casi toda la ciudad, y como cada día me dirigí al metro. Esta vez no había el bullicio acostumbrado, pocas personas en él,el miedo al virus que había invadido nuestras vidas era latente, pero a pesar de todo, había que tener fe y seguir nuestro camino.


La soledad siempre me ha reconfortado, me sirve para poner orden a mis pensamientos y crear otros nuevos, y aquella mañana, ¡¡cómo no!! podía disfrutar de ella.


Sentada en el vagón desierto, escuchaba mi música preferida, pero algunas canciones eran tan evocadoras que al escucharlas me produjeron mucha tristeza, y opté por leer algo en ese compañero inseparable en el que se ha convertido el teléfono.


De repente, comenzó a volar una mariposa alrededor de mí.


-¡Qué extraño!!¿Cómo puede haber una mariposa dentro del metro?


Revoloteaba sin parar, y se posó dulcemente en mi rodilla.


Faltaban tres paradas hasta llegar a la primera etapa del viaje, tenía que hacer transbordo y cambiar de línea, y me reconfortó que todavía tuviera tiempo para disfrutar de aquel momento en soledad y poder hablar en silencio con mi padre. Transmitirle lo que sentía y hacerle un homenaje. Llegó mi estación, y bajé del vagón para atravesar el largo pasillo que me separaba de la siguiente línea. Comencé a andar y apenas me crucé con dos personas. Habitualmente ni te miras ni saludas, pero aquel día era distinto y al mismo ritmo y de forma simultánea nos dimos los buenos días.


Seguí mi camino por el largo y angosto pasillo y la mariposa seguía a mi lado. Me hacía compañía, y no podía dejar de pensar que no era una casualidad su presencia.


De repente vi a una anciana que se aproximaba de frente y me resultó muy extraño que una persona de esa edad estuviera sola en esas circunstancias. Al pasar por mi lado, con su expresión bondadosa y amable, me miró y me dijo con una voz muy dulce:


-No pasa nada. Todo está bien.


Ella siguió su camino y yo el mío. Me invadió un profundo sentimiento de bienestar que no podría describir fácilmente.


Llegué a la estación de la siguiente línea,y como si todo estuviera cronometrado, apareció el metro que me llevaría hasta el final del trayecto. Siempre acompañada por mi mariposa, me senté tranquilamente. Había más gente en el vagón y esta vez sí que nos cruzábamos miradas de complicidad.


Cuando bajé en mi estación de destino, subí las escaleras que me separaban del exterior y salí a la calle, sentí una sensación de que todo estaba en orden, sin saber lo que me deparaba el futuro, aunque vinieran tiempos confusos y momentos difíciles, yo siempre seguiría pensando:


-¡¡Buenos días,Vida!!!!


 

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