Viaje de vuelta

Pep Macià

Ahora mismo, creo que estoy cruzando Barcelona en un metro. Mi vagón, que va casi vacío, transmite un traqueteo constante y en las curvas se le suma a un vaivén lateral que a mi cuerpo le imprime como una danza pendular.


Me recuerda mi anterior viaje. Hace casi un año, cuando conseguí escapar, sin dejar rastro, de la Residencia de ancianos “La Santa Paula Coronada S.L.” Mi huida la provoco la llegada del virus y que comenzaron a morir los residentes uno tras otro y a veces de dos en dos. Tomé la decisión de huir, cuando fallecieron mis colegas de la partida de dominó: primero la pobre Engracia, que tenía mal perder, y luego Juan. Le tenía mucho cariño a Juan. Era un buen tío y se hacía querer.


Ahora, en la última parada ha entrado un pasajero. Ha tomado asiento en el banco de enfrente. Hemos intercambiado una mirada y se repite cuando nuestros ojos se crucen al coincidir en el punto medio de las oscilaciones de los cuerpos.


Creo recordar que, para sobrevivir, tras mi fuga de la pandemia, me aislé en una habitación de un hotel. Al cabo de unos meses descubrí que era su único huésped, por lo que no me sorprendió cuando me invitaron a abandonar mi escondite por cierre del establecimiento. Tampoco un hotel es lugar para viejos pensionistas.


Ahora observo que el pasajero de enfrente no aparta su mirada de mí. Son dos ojos, justo por encima de la mascarilla y por debajo de un gorro negro. Confieso que estos ojos no me resultan desconocidos. En la siguiente parada se saca el gorro, con lo que todavía me es más familiar. Él hace ademán de levantarse, quizás para acercarse, pero arranca el convoy y quedamos los dos expectantes para la próxima parada.


Cuando se detiene de nuevo, los dos a la vez nos bajamos la mascarilla. A mí se me hiela la sangre. ¡Por Dios, qué horror! Es Juan, mi amigo del dominó. No es posible. Pero si había fallecido.


En su cara esquelética me muestra una extraña y gran sonrisa. Extiende su brazo hacia mí y con el dedo índice me hace una inequívoca señal para que me vaya con él.


 

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