Cantautor de metro

JustMe

Todos los días soñaba con él. Con la música que tocaba en el metro, con el movimiento que ejercían sus dedos cuando tocaba su precioso acordeón color granate, que estaba cubierto con una capa de terciopelo del mismo tono.


Él, que había venido a España soñando con vivir una vida mejor, utilizaba sus conocimientos musicales para lograrlo. Llevaba tan sólo cinco meses en el que para él era 'el nuevo país'. Tenía dos preciosas hijas que se quedaron en Rumanía junto a su mujer. Todavía era muy pronto para que ellas se vinieran.


Los días que no escucho su música en mi trayecto habitual siento que me falta algo. Es algo que ya se ha convertido en un bonito hábito para mis oídos.


Las negativas de la gente a la hora de pagar por su espectáculo, nunca impedían que de su boca saliera una sonrisa. Yo, sin embargo, nunca me negué a darle aunque fueran 5 céntimos. No tenía costumbre de llevar dinero en efecto, pero desde que escuché sus deliciosas melodías decidí llevar siempre algo de dinero. Se merecía una recompensa por buen cantautor.


A veces cantaba en un sucio castellano, otras en rumano o en un inglés bastante fluido con el que siempre lograba emocionarme. Consiguió que apagara mis auriculares inalámbricos sólo para escucharle, e incluso grababa sus canciones con el móvil. Es más, desde entonces, siempre que  sube algún músico o cantante al tren lo hago. Se merecen el mismo respeto que un artista que está subido a un escenario.


Velkan era su nombre y hacía honor a su significado. Era un lobo valiente y por ello se atrevió a venir a España.


Hace dos semanas que no le veo. Espero que haya cambiado de ruta.


Velkan era todo un cantautor, pero la gente lo ignoraba.

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