Gracias

Sil

 


Marzo 2020. Me levanto un día más, pero sé que hoy será un día diferente, se ha decretado el estado de alarma y todos se quedarán en casa sin ir a trabajar, yo sí que iré, mi trabajo es servicio esencial. En el trabajo no han llegado los equipos de protección, así que me pongo una mascarilla y unos guantes que tenía para pintar en casa, por suerte los había comprado.


Me dirijo al bus como cada día y cuando voy a subir la puerta de delante está cerrada, ¿por qué?


El conductor me indica que suba por detrás y así lo hago, y veo que hay un plástico cubriendo la zona del conductor. Hago una foto y la mando al trabajo, ¿qué está pasando?


Miro al conductor y le pregunto: ¿cómo estás?   Y me contesta con cara de resignación: Bien, allá vamos a pasar el día. Le contesto que yo también, que ojalá me pudiera quedar en casa pero hay que trabajar.


Me siento y miro que nadie se me acerque, veo las calles vacías y tristes, casi sin coches, y las pocas personas que van caminando parece que van más deprisa de lo normal, como si tuvieran prisa por llegar a sus destinos.


Finalmente llego a mi parada y miro al conductor, el también me mira y me dice: ¡ánimo! Muchas gracias, le digo, me sale del alma  agradecerle que me lleve al trabajo y así lo voy a hacer todos los día. Nunca había tenido la necesidad de decírselo, pero ahora sí, gracias, gracias, gracias.


 

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