Viaje con destino

Matarrosino de Barcelona

Un viaje con destino


Es un día normal en mi rutina diaria. Me dispongo a coger el metro para ir a mi trabajo.Entro en la estación ,sigo el rastro de un grupo de trabajadores con sus monos azules que dejan tras de sí el olor a café que me despierta el apetito.Después de pasar la tarjeta, encuentro a una joven uniformada con el logo del metro al lado de los geles hidroalcohólicos, repartiendo muestras de desodorantes  con la intención de hacernos el viaje más saludable.


Al igual que yo  , diviso el metro repleto de gente con intenciones variopintas:  unos  que vamos a trabajar, estudiantes que acuden a sus centros, gente que acude con uniformes a sus puestos de trabajo y algunos turistas  que inician su descubierta por la ciudad. Por fortuna, he  salido de casa a tiempo.


Rápidamente me acerco a un asiento vacío y me siento  junto a una ejecutiva, vestida con un traje de chaqueta y falda negra ,con medias a juego y zapatos clásicos. Dejo caer, aliviado,  mi pesada mochila en  el suelo. He llegado a tiempo. He conseguido el asiento y ya no  tendré que quedarme todo el viaje de pie.


Ahora tengo tiempo para relajarme mientras contemplo a las personas de mi alrededor.


Llevo apenas 15 minutos sentado en el sitio, hasta que se detiene en Urquinaona, donde  suben un montón de personas. Hasta ese momento todo pasa con normalidad.


Al principio de la larga fila, hay un anciano con un bastón, que se abre paso para entrar al transporte, justo antes de que las puertas se cierren. Con los ojos lacrimosos, mira dentro del metro.  Está buscando un lugar para sentarse y sé que este anciano lo necesita más que yo .


Con una exhalación, me levanto y le hago un gesto al anciano.


— Puede sentarse aquí, señor— digo con una agradable sonrisa,agarrándole de la muñeca para que no se caiga como consecuencia de  un movimiento brusco en la curva.  Sin duda, pienso que le evito un gran susto y le reconforto con un plácido viaje.


El hombre queda turbado con este bello gesto. Es en ese instante,que no dejo de pensar que al cogerle de la muñeca he notado que su pulso era irregular .


Pienso que esta persona me recuerda a mi abuelo. Es por una coincidencia?No, no era eso. Cuando coincidimos en bajar en la misma estación, observo que camina con mucha dificultad.Le ayudo a sentarse en los asientos del andén y busco el botón de información ,donde informo de su pulso irregular y de las dificultades del anciano para caminar, para que acudan  lo más rápidamente posible en su ayuda.


Me quedó haciéndole compañía y en pocos minutos llega un sanitario que atentamente le revisa y avisa a sus compañeros de la ambulancia ,para que actúen con rapidez en auxilio del anciano.


Mientras se lo llevan en una camilla,el buen hombre me estrecha la mano y me da las gracias.


El día ha dejado de ser normal.Al llegar al aula oigo un murmullo en la clase y reparo en que una alumna que ha advertido lo ocurrido en la estación de metro explica a sus compañeros/as mi protagonismo en los hechos. Me siento reconfortado por el agradecimiento unánime de mis alumnos y comienzo a tomarles el  pulso de la ciencia   con gran satisfacción.

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