Turista

Mann Brown Castle

TURISTA


Bajó las escaleras del hospital con una alegría inmensa. Estuvo a punto de hacerlo bailando. La sonrisa le llegaba de oreja a oreja. Por fin le habían dado el alta. Era un hermosa y fresca noche de primavera. Se miró los zapatos, los vio relucientes, coquetamente se alisó una arruga inexistente del pantalón. Se veía, guapo, lleno de energía. Bajando la calle que daba al paseo, pensó en disfrutar de su recobrada salud y, porque no decirlo, su pequeña libertad. Demasiados días en el hospital. Justo delante de él había una parada de TMB, donde unos letreros luminosos que le parecieron muy diferentes, más luminosos a los que recordaba, le indicaban un sinfín de autobuses que iban en muchas direcciones. Transcurridos unos minutos, apareció sin emitir ningún sonido, un hermoso autobús de color rojo brillante. El letrero luminoso frontal mostraba la frase “BUS TURÍSTIC SERVEI ESPECIAL TMB”. Se levantó de inmediato del banco y dirigiéndose a la puerta de acceso, se encontró un conductor ataviado con un traje elegantísimo, de aquellos de chófer de toda la vida. El chófer le abrió la puerta y con una sonrisa le invitó a subir.


- Vamos, suba, amigo, aproveche que es gratis y éste es mi último viaje de hoy- le dijo.


-Oh, gracias- le contestó– La verdad es que me iba a subir en cualquiera que llegase para darme una vuelta por la ciudad, hoy es mi día. ¿A dónde vamos?- preguntó el pasajero.


- Ya lo sabes. Vamos a hacer un tour por toda tu vida, amigo. En cada parada verás escenas y vivencias que te marcaron. Y debes saber que en una de las paradas que quieras puedes elegir el momento de tu vida que desees revivir de verdad -respondió el conductor


- ¡Entonces estoy muerto! ¿En serio? ¡Vaya! -respondió el pasajero con asombrosa tranquilidad- ¡Pues llévame donde quieras, será bonito ver mi vida de nuevo!


El bus partió de forma tan silenciosa como había llegado. En un tiempo indefinido hicieron paradas en diferentes lugares, donde el pasajero pudo verse así mismo en todas las etapas de su vida. Al llegar a la penúltima, por la ventana pudo ver a una chica rubia, le pareció guapísima, de ojos intensamente azules.


-¡Es mi mujer, es ella! ¡Justo como cuando nos conocimos!


Quiso bajar del bus y abrazarla, pero el conductor lo detuvo y le dijo:


-¡Espera, ella no puede verte, estás muerto! 


-¡Déjame ir a verla por última vez por favor, déjame decirle lo que no supe- contestó el pasajero- ¡Si me llevas al cielo, no me dejes ir así! 


 -Si te acercas a ella, la olvidarás. Olvidarás a los tuyos, tu familia, tus hijos…. A todos. Esa es la norma. Así que debes decidir….


Un chico de quince años entró en un bar, miró a una muchacha rubia increíblemente hermosa. Él no sabía qué hacía allí, ni cómo había llegado hasta ese bar. Solo sabía que no podía dejar de mirarla. Se armó de valor y se acercó a hablar con ella. Por la calle paró un bus Turístic, justo delante del ventanal de aquel bar. El joven, por alguna razón miró al exterior y se fijó en el conductor. Le estaba mirando atentamente con una amplia sonrisa. El semáforo se puso en verde. Antes de arrancar el conductor levantó su pulgar y el joven pudo leer en sus labios un “Bien hecho, amigo”. No entendió de qué iba la señal de aquel conductor, pero algo le decía que aquel iba a ser el primer día de una vida maravillosa, mientras con la mirada, vio perderse el Bus Turístic más bonito que había visto jamás.


 


 

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