Te abandono, pero no me dejes...

AnitaTM

Ahí estaba la pulsera, me la regaló mi novio cuando cumplimos un año juntos, había permanecido a su abuela, era un joya familiar que olvidó llevarse el día que me dijo adiós.


Estuve pensando durante bastante tiempo que hacer con la pulsera, no quería tirarla pero sí deshacerme de ella. ¿Dónde podría llevarla? Buscaba un lugar donde abandonarla y recordé que la pulsera me fue dada en el parque del Tibidabo, y sería una muy buena idea dejarla en el mismo lugar.


Cogí la pulsera con decisión, y la metí en el bolsillo del pantalón, subí en el autobús 196 que esa mañana estaba lleno de turistas, por lo que no me pude sentar, de vez en cuando metía la mano en el bolsillo para saber que la pulsera seguía ahí.


Bajé en la parada Plaça Doctor Andreu, junto a un conjunto masivo de turistas, que se quedaron atrás.


Seguí rápidamente caminando hasta la estación del funicular, en que por suerte solo había dos parejas esperando, al entrar cerró las puertas y empezó a subir.


Las parejas se quedaron de pie, haciendo fotos y riendo, yo me senté, saqué la pulsera del bolsillo y la dejé en el asiento de al lado, respiré hondo y me sentí feliz, casi lo había conseguido.


Al fin podría deshacerme de la pulsera.


Me dejé llevar hacía un pensamiento entre venganza y libertad.


Una vez llegamos arriba las puertas se abrieron y un grupo de turistas entraron desesperados, acalorados y sedientos en busca de un asiento libre.


Salí rápidamente y me dirigí a la entrada del parque, no tardé mucho en llegar al lugar exacto, sonreí, metí la mano en el bolsillo y... ¡Dios!


No estaba allí, la olvidé en el asiento de al lado, ¿Seguirá en el funicular? ¿Cómo me ha podido pasar esto?


No siquiera pude despedirme de ella, no le he dicho adiós, qué será de ella...


Era una verdadera joya.

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