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Consejos de escritura

Si has llegado hasta aquí es porque tienes interés en participar en la decimoséptima edición del Concurso de Relatos Cortos de TMB o, por lo menos, es porque sientes curiosidad por el mundo de la escritura creativa. Interés y curiosidad, he aquí dos de los grandes motores de cualquier proceso de aprendizaje, y también 2 de los impulsos que a menudo desencadenan el inicio de una obra literaria.

Escribir es un oficio que tiene unas herramientas propias. El objetivo de las cinco cápsulas informativas que te ofrecemos desde ahora es que puedas profundizar en algunas de las técnicas propias de la escritura del relato corto porque ya dispones de las habilidades y los recursos necesarios para escribir buenas muestras.

Escribir es un oficio que se aprende escribiendo. (Simone de Beauvoir, La force de l’âge, 1960)
  • La primera pregunta que hay que plantearse es qué es un relato corto o, dicho de otro modo, cómo el carácter narrativo y la brevedad de un texto la llegan a condicionar en cuanto a la forma y al contenido.

    Se denomina relato una relación de hechos reales o imaginarios, es decir, que han existido efectivamente o que han sido inventados. Un relato es, pues, una forma narrativa, una secuencia de datos, un acto comunicativo en el que un narrador cuenta una historia. Nace de la necesidad de contar, de hacer saber, de dar a conocer. La narración de historias es desde tiempos inmemoriales un rasgo que define al ser humano, la forma que tiene de entender y de transmitir el mundo en la plenitud de sus contenidos y de sus dimensiones funcionales. L’homo sapiens es, sobre todo, un homo narrans.

    Que un relato sea corto implica, entre otras cosas, que...

    • se debe de poder leer de una sola vez;
    • no puede sobrar nada, pero tampoco no puede faltar nada;
    • es bueno que equilibre lo que dice, lo que sugiere y lo que calla;
    • tiene que ser esencial, simple, destilado y pulido;
    • es necesario que juegue bien con la intensidad, el ritmo y la tensión;
    • debe de tener unidad de sentido, apuntar en una dirección clara;
    • tiene que utilizar recursos y estrategias de forma precisa y según su propósito;
    • debe de funcionar en todos los niveles de análisis lingüístico;
    • tiene poco tiempo y poco espacio para mover y conmover, pero lo tiene que hacer;
    • debe de dejar en el lector un efecto singular y duradero.
    Lo que determina el éxito de un relato corto y, muy especialmente, de un cuento literario es el sentido de unidad y el efecto singular. Quien escribe un relato eficaz concentra los esfuerzos en unos objetivos definidos y fija claramente sus prioridades, por lo que la historia está del todo cohesionada, respira un sentido unitario de principio a fin y, en consecuencia, produce en quien la lee un impacto intenso que continúa durante mucho más allá del acto de lectura. Si un texto conmueve, trastoca expectativas, sacude y emociona gracias a la inteligencia y la sagacidad de quien lo ha escrito quedará grabado en nuestra memoria para siempre.
    El efecto singular, este impacto intenso del que acabamos de hablar, se define a veces como un sello estampado en la cera, una huella imborrable o un poso duradero, otros como un mazazo final, un combate inusitado de fuerzas bien resuelto o, incluso, un puñetazo en el estómago. ¿Te atreves a provocar todo esto sirviéndote "solo" de unas cuantas palabras? Prueba de hacerlo en un microrrelato o, mejor aún, en un TuitRelato de tan solo 280 caracteres.

    Ten presente:

    1. Que el relato sea corto no quiere decir que la historia sea pequeña.
    2. Cualquier tema es lo bastante bueno para escribir un buen relato corto.
    Cuando has explicado lo que quieres explicar, puede que tenga cuatro líneas o que tenga quince folios, pero se nota inmediatamente si sobrepasas lo que quieres explicar para rellenar, o no llegas [...] Incluso, a veces, en grandes novelas el lector puede notar: "Mira, esto es algo para llenar, para rellenar". Esto raramente ocurre en un cuento. (Respuesta de Pere Calders en una entrevista hecha por Josep M. Espinàs. Identitats. Converses a TV3. Barcelona: La Campana, 1985, p. 43 i 45)

    Quizás te preguntarás: ¿cómo se consigue tanto con, aparentemente, tan poco? Hay quien te hablará de talento, de inspiración, de ingenio, de misterio, de magia ... Nosotros preferimos hablarte de las artes y los oficios de la palabra, de las técnicas narrativas, de la necesidad de dominar la herramienta principal, que es la lengua, y de la importancia de tener un buen bagaje lector: que el leer no te haga perder al escribir, que el escribir no te haga perder el leer. También existe la mirada personal de cada uno, por supuesto, la experiencia vital y la sensibilidad propia, única e intransferible. Con todo ello, no lo dudes, sobre todo si no paras de escribir y reescribir, conseguirás relatos cortos genuinos, vivos, visibles, eficaces, que atraparán a quién los lea y le dejarán una huella indeleble.

    Este contenido se ha producido con la colaboración de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès

  • Escribir un buen texto, de la naturaleza que sea, es una tarea que no está libre de dificultades. Por mucho que conozcas los rasgos característicos de un relato corto, cuando llega el momento de ponerte manos a la obra para iniciar la escritura puedes dudar sobre muchas cuestiones:

    • ¿por dónde comienzo?;
    • ¿en qué me inspiro?;
    • ¿qué tema trato?;
    • ¿cómo presento los hechos?;
    • ¿tengo un estilo propio?;
    • ¿controlo suficiente la lengua?;
    • ¿qué tengo que hacer para ser original?...
    Tal vez no existen fórmulas magistrales que permitan alcanzar a priori el equilibrio perfecto entre la técnica y el talento, el trabajo y la inspiración, el contenido y la forma, la profundidad y el entretenimiento, y tantos otros binomios que, bien combinados, pueden dar como resultado un producto literario excelente. Sin embargo, creemos que la clave pasa a menudo por adquirir tanto un hábito de escritura como un método que te permita planificar lo que escribes con unas cuantas certezas y cuantas menos vacilaciones mejor. Que la inspiración te encuentre trabajando.

    Ten presente:

    1. Es importante establecer una rutina de escritura.

    Muchos escritores consideran que es esencial escribir cada día. Como cualquier destreza, la escritura se hace más fácil con la práctica: se trata de coger un hábito, aunque solo sea media hora diaria. Cuanto más escribes, más piensas como escritor y más fluyen las ideas. Si lo abandonas demasiado tiempo, si cada vez te cuesta más ponerte, verás que los músculos de la escritura comienzan a endurecerse.

    «Cada mañana, entre las 9 y las 12, voy a mi habitación y me siento ante un trozo de papel. Muchas veces, solo estoy allí sentada tres horas sin que me vengan ideas. Pero sé una cosa: si una idea me llega entre las 9 y las 12, me encuentra allí preparada para recibirla.» (Flannery O’Connor, Escribir relatos cortos, 1957)
    1. Antes de escribir un relato corto, es necesario planificarlo tanto como puedas.

    Hacer un plan o esquema de tu relato te ayudará mucho cuando estés escribiendo. Ya sabemos que escribir es reescribir, pero, cuanto más pienses el relato antes de traducirlo en palabras, más eficaz será el primer borrador que obtengas.

    Maneras de planificar un relato

    El trazado previo del itinerario de tu texto puede incluir una lluvia de ideas (anotar todo lo que se te ocurra sin filtros ni limitaciones), un esbozo argumental (donde ya se intuya el orden de los hechos, el conflicto y las peripecias), un campo léxico que incluya vocabulario variado sobre el tema de la historia, un conjunto de preguntas que te obligan a responder (¿quién protagoniza el relato?, ¿quién narra la historia?, ¿dónde y cuándo se sitúa?, ¿cómo combinas las escenas en que muestras lo que pasa y los resúmenes en que dices lo que pasa?), una tabla donde recojas los elementos del planteamiento (introducción), el nudo (desarrollo) y el desenlace (conclusión) del relato, etc.

    Como puedes ver, no hay un método único. Se trata de ir haciendo pruebas hasta que encuentres lo que te va bien a ti.
    «No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra allí donde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia que las tres últimas.» (Horacio Quiroga, Decálogo del perfecto cuentista, 1960)
    Y ahora es tu turno. ¿Qué tal si, inspirándote en una anécdota, un sueño, una conversación, una fotografía, algo que recuerdes de un viaje en autobús, un libro que hayas leído últimamente durante un trayecto en metro, o una noticia que te haya llegado al móvil mientras esperabas el tranvía, pruebas de completar este esquema como fase de preescritura de un posible relato corto?

    1. Tema que me motiva, que me lleva a escribir.
    2. Historia que quiero explicar.
    3. Contexto (tiempo y espacio) donde se ubica el relato.
    4. Propósito del escrito y efecto que me interesa conseguir.
    5. Modo como prefiero transmitir los hechos reales o ficticios del texto.
    6. Constituyentes clave del inicio, el nudo y el desenlace de la historia.

    Cuando tengas bastante claros los seis puntos, trata de escribir el primer borrador del relato. Intenta que no supere en extensión los 3.500 caracteres con espacios incluidos.

    Este contenido se ha producido con la colaboración de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès

  • Has tenido una idea que te ha parecido bastante buena para un relato corto, has concebido mentalmente la historia entera e incluso lo has planificado. Llega el momento de empezar a escribir. Es ahora cuando te tienes que preguntar desde qué punto de vista es mejor explicar los hechos y, una vez decidido esto, elegir el narrador más oportuno y pensar en los personajes.

    El narrador es la voz que narra la historia, desde dentro o bien desde fuera. Es un intermediario entre el autor —auténtico creador de la obra literaria— y el lector —receptor de la obra literaria—; constituye la herramienta fundamental de que dispone el autor para construir su relato.

    El punto de vista es el lugar imaginario donde se sitúa el narrador para explicar los hechos, la perspectiva desde la que se aborda la narración. En función de cuál sea esta posición, dispondrá de más o menos información: puede ser una especie de dios todopoderoso, omnisciente, es decir, que tiene todos los detalles; o actuar como una simple cámara de vídeo, que solo conoce lo que ve y registra. Entre un extremo y otro, hay varias posibilidades intermedias. Cada elección conlleva a la vez atributos (ganancias) y limitaciones (pérdidas). Es imprescindible escoger bien quién cuenta la historia y desde qué punto de vista lo hace.

    La combinación de voz y punto de vista da lugar a diferentes tipos de narradores, unos internos y los otros externos:

    • los narradores internos son personajes situados dentro de la historia, que narran en primera persona; pueden ser protagonistas, secundarios, y observadores o testigos, y suelen explicar los hechos desde la subjetividad, porque son partícipes; suelen acercar al lector a lo narrado, estableciendo una distancia narrativa más pequeña.
    • los narradores externos son personajes situados fuera de la historia, que narran en tercera persona; no se corresponden con ningún personaje del relato y pueden utilizar estrategias narrativas diferentes, en apariencia más objetivas, en la medida en que no están implicados directamente en los hechos narrados; suelen alejar el lector de lo narrado, estableciendo una distancia narrativa mayor.

    Ten presente:

    1. En un relato corto, lo más frecuente es utilizar un sol narrador.
    2. Escoger el narrador y el punto de vista tiene efectos sobre todo el relato: mirada, tono, grado de conocimiento de los hechos, gestión de la información, trama, estructura, caracterización de los personajes, manera de vehicular la intriga o el suspense, mayor inclinación a decir la historia o bien a mostrarla, proximidad o distancia emocional con los acontecimientos narrados...
    3. Cada punto de vista narrativo aporta un matiz diferente en una misma historia, una nueva perspectiva. No puedes tomar la decisión de elegir uno u otro de forma arbitraria o aleatoria, sino que debes decantarte por el narrador que te permita trabajar mejor el aspecto más valioso de tu relato.
    4. Desarrollar un criterio firme para elegir el narrador o la combinación de narradores más adecuados para cada historia es un proceso complejo en el que a veces no se acierta a la primera. Es cuestión de ir probando...
    ¿Qué te parece si practicas lo que acabamos de exponer escribiendo microrrelatos con el mismo argumento pero desde voces y perspectivas diversas? Puedes hacer uno con cada uno de estos cinco narradores:

    1. Narrador interno protagonista (narra la su propia historia des de dentro, con las limitaciones de una persona corriente).
    2. Narrador interno testigo (narra la historia protagonizada por otro desde dentro, con las limitaciones de una persona corriente y de las fuentes de información de que dispone).
    3. Narrador externo omnisciente (narra una historia desde fuera; tiene capacidad de saberlo todo y estar en todas partes).
    4. Narrador externo casi omnisciente (narra una historia desde fuera; su capacidad de saber se restringe al mundo externo y en el interior de uno o varios personajes).
    5. Narrador externo cámara (narra una historia desde fuera; está limitado al mundo externo y no puede acceder al pensamiento ni a los sentimientos de los personajes).
    El personaje, ideado por un escritor, es el agente que toma parte en la acción de una obra literaria. En un relato corto, los personajes suelen ser pocos, pero suelen ser el verdadero centro de interés, ya que son los motores del relato y llevan el peso del conflicto. Un personaje no debe tener necesariamente naturaleza humana. La condición de personaje la puede asumir una persona, un animal, un monstruo, un objeto, una fuerza de la naturaleza, una idea abstracta... Eso sí, hay que animarle (dotarlo de vida), para que pueda actuar, evolucionar y transformarse.
    Crear personajes es un acto de magia. Sacar de la nada —quizás venir de la nada— todo un mundo en el que unas determinadas personas viven y mueren, aman, odian, desprecian o detestan, cada una con su nariz, con sus mejillas, con sus ojos y sus pies, sus manos y sus brazos junto con el cúmulo de pensamientos, de sensaciones y de contradicciones, todo metido en esta masa blanda de nervios que es el cerebro, equivale al más mágico de todos los actos de magia. (Mercè Rodoreda, Prólogo de La plaza del Diamante. Barcelona: Editorial HMB, 1982)

    Los personajes no deben surgir necesariamente de la nada. Mira a tu alrededor y observa las personas que transitan por la calle, que trabajan contigo, con quien estudias, el vecindario de la escalera donde vives, la gente con la que coincides en las tiendas donde compras o que conoces cuando viajas de un sitio al otro puede resultar un punto de partida para empezar a dar existencia a un personaje. Ser autor es también ser actor, ir poniéndose en la piel de la figura imaginada para protagonizar el relato, y es, además, hacer de psicólogo, entender cómo piensa, qué siente, con qué voz habla, por qué actúa de una determinada manera, qué se propone... Hay que ir modelando cada personaje, que conocer los límites, las costuras, lo que le puede plantear un conflicto, y que lo hagas avanzar al ritmo más adecuado.

    Ten presente:

    1. Caracterizar bien un personaje, dotarlo de los atributos suficientes para que responda a los intereses del relato incluso antes de escribirlo, es lo que lo hará verosímil a los ojos de los lectores, real en el sentido literario del término, aunque sea inventado, mentira.
    2. En un relato corto, nada de lo que sucede a un personaje debe ser gratuito para la acción, todo debe tener una función y permitirle evolucionar, transformarse.
    3. Hay personajes principales, secundarios, sencillos, más elaborados, caracterizados de manera directa o indirecta, etc. Sean como sean, es importante huir de los estereotipos, de los que son demasiado tópicos o previsibles, que hacen el relato poco singular.
    ¿Quieres construir un personaje? Este año el hilo conductor de todas las categorías del Concurso de Relatos Cortos son los valores de la Fundación TMB (el respeto y la preservación del medio ambiente, la diversidad humana, la inclusión social, la igualdad de oportunidades y la no discriminación por ningún motivo, la solidaridad y la cooperación, el civismo y la convivencia; la educación, la promoción de la cultura, la preservación del patrimonio, y la movilidad como derecho universal). Inspirándote en uno o más de estos valores crea un buen personaje y hazlo protagonista de un relato que no supere los 3.500 caracteres de extensión.
    Mientras me siento en la mesa, durante días, meses, años, añadiendo poco a poco nuevas palabras a la página en blanco, siento como si creara un mundo nuevo, como si hiciera nacer aquella otra persona en mi interior, al igual que alguien construye un puente o una cúpula, piedra a piedra. Las piedras que usamos los escritores son las palabras. Teniéndolas en las manos, dándonos cuenta de la forma en que se relacionan las unas con las otras, mirándolas a veces de lejos, a veces acariciándose con los dedos y con la punta de la pluma, sopesando-las, girándolas, a lo largo del año, con paciencia y esperanza, creamos mundos nuevos. El secreto del escritor no es la inspiración, que no se sabe de dónde viene; es la terquedad, la perseverancia. (Orhan Pamuk, La maleta de mi padre, Discurso pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura el año 2006)

    Este contenido se ha producido con la colaboración de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès

  • El tiempo y el espacio son dos mecanismos básicos que la escritura no puede esquivar, ya que permiten ambientar una historia, es decir, ubicarla en un momento y en un lugar y crear la atmósfera. La forma en que nos llega un relato y la imagen que nos hacemos tienen mucho que ver con el tiempo en que transcurre y el espacio en que se sitúa, ya que estas dos categorías inseparables son ejes vertebradores de la narración.

    El tiempo

    Narrar es, en efecto, disponer en el tiempo un conjunto de eventos. Los acontecimientos del relato son siempre un proceso temporal, es decir, pasan durante un determinado periodo y de acuerdo con el orden que decide quien lo escribe.

    El tiempo del calendario es diferente del tiempo del relato: podemos tardar cinco minutos de reloj en leer un relato y, en cambio, se puede contar una historia acaecida en tres años, es decir, el tiempo externo del lector, medible, objetivo, no es equivalente al tiempo interno del relato, una construcción resultado de una serie de decisiones y estrategias narrativas.

    Tampoco suelen coincidir el tiempo de la historia y el tiempo del relato, es decir, la duración y el orden cronológico que tendrían los hechos si se produjeran realmente y la duración y el orden en que son narrados los hechos en una trama narrativa, donde se han de disponer y presentar de manera que el texto alcance sus objetivos.

    Quien escribe debe tener también un buen control del tiempo gramatical en todas sus dimensiones (presente, pasado y futuro), de la correlación temporal, y también del modo y del aspecto del verbo. Dicho así, parece una cuestión bastante compleja, pero, en realidad, se aplica de una forma natural, espontánea. Todo ello incide en la forma en que la historia se presenta a los ojos de quien la lee: como un punto del tiempo, acabada, o en su duración, desplegándose en el acto de lectura, situada cerca o lejos del momento actual, etc. Los recursos que nos ofrece la gramática del tiempo (los verbos, los adverbios, los conectores, las frases o locuciones adverbiales, el léxico temporal o que el contexto convierte en temporal...) son ciertamente inagotables.

    Hay, además, imágenes y símbolos especialmente ligados al transcurso del tiempo (el reloj, el calendario, el río, el paso de las nubes, el camino, el ciclo estacional, el envejecimiento de personas y objetos, etc.). De metáforas, alegorías o comparaciones sobre el tiempo, puedes crear tantas como quieras, cuanto más originales, mejor, siempre que encajen en tu discurso, lo refuercen y lo hagan sugerente, profundo, emotivo, singular y al mismo tiempo universal...

    Si el tiempo es clave en la narración de una historia, ¿cómo puedes jugar? Fíjate en algunas de las muchas posibilidades que puedes poner en práctica al escribir un relato corto.

    • Narrar los acontecimientos por orden cronológico, si, por ejemplo, te interesa dejar muy clara la secuencia de los hechos en una historia que te parece compleja, subrayar el carácter lineal, establecer la relación causa-efecto entre los diversos componentes de la trama, etc.
    • Alterar el orden cronológico de la historia dando un salto atrás (retrospección, flashback o analepsis) o adelante (anticipación, flashforward o prolepsis) en caso de que, por ejemplo, quieras sorprender de entrada al lector situándolo en medio de la trama cuando ya ha comenzado (in medias res), enfatizar alguno de los hechos, crear intriga, abrir expectativas, explicar antecedentes necesarios, conectar en una misma escena dos momentos alejados en el tiempo, etc.
    • Otorgar duraciones diversas a los hechos del relato: así, por ejemplo, puedes centrar la atención en un evento presentándolo en una escena que dure lo que realmente duraría si pasara, o resumir aspectos de la historia que consideres menos importantes, o elidir algún hecho si te parece superfluo para tu relato o quieres que el lector lo imagine sin decírselo, o acelerarlo o alargarlo, o incluso pausar mediante una descripción, una digresión o una reflexión, etc.
    • Tener presente la frecuencia con que se produce en el relato un hecho concreto: repetirlo en el tiempo del relato, mostrándolo como hábito u obsesión, por ejemplo, puede dar claves para interpretar la historia en un sentido o en otro; mencionarlo una sola vez como evento único obliga a fijarse para comprender-lo, etc.

    Ten presente:

    1. La elección temporal, junto con otros recursos, también marca el ritmo del relato: las oraciones simples, yuxtapuestas, los verbos de acción y los tiempos del presente o de aspecto durativo (inacabado) otorgan agilidad y velocidad en el texto y nos hacen ver la historia en su desarrollo, como si la tuviéramos delante, muy cercana; las oraciones largas, coordinadas o subordinadas, y los tiempos del pasado o de aspecto perfectivo (acabado), por el contrario, favorecen la idea de morosidad temporal, es decir, ralentizan la historia, y a veces nos la alejan.
    2. Un mismo texto combina tiempos verbales varios según como se quiera presentar los acontecimientos en cada momento, según como combine los hechos en la trama, jugando con la distancia o con la proximidad.
    Tu materia es el tiempo, el incesante tiempo. Eres cada solitario instante. (Jorge Luis Borges, «No eres los otros», La moneda de hierro (1976) a Obras completas III, Buenos Aires: Emecé, 1989, p. 158)
    El espacio

    Cualquier narración transcurre en un lugar: el espacio es el marco ambiental en el que se mueven los personajes y se desarrollan los hechos; puede ser real o imaginario, accesorio o relevante, pero, en todo caso, constituye una dimensión que no se puede obviar en un texto narrativo, sino que hay que trabajarla poniéndola al servicio de la trama.

    La dimensión simbólica del espacio permite representar la situación mental o emocional del protagonista del texto en una especie de correlato físico y psicológico.

    ¿Qué funciones tiene el espacio en un texto narrativo?

    • Ambientar una historia y transmitir una sensación determinada, por ejemplo, no es lo mismo un lugar bucólico, idílico, donde se respira paz, que un espacio oscuro y tétrico, amenazador y lleno de trampas.
    • Caracterizar un personaje, por ejemplo, presentando su despacho ordenado e impecable, o su cámara sucia y descuidada, en lugar de decir explícitamente que es un maniático del orden o una persona muy dejada, respectivamente.
    • Funcionar como un personaje más o convertirse en el motor de la historia, cuando termina generando un conflicto, determinando un giro o llevando a un desenlace inesperado.

    Ten presente:

    1. Un espacio debe poder visualizarse, es decir, se describirá con los elementos físicos adecuados y con el léxico oportuno para que sea verosímil, tanto si es real como si es inventado.
    2. A menudo para ambientar una historia en un espacio se recurre al tiempo meteorológico: hay que ir con cautela y evitar caer en tópicos y clichés al respecto.
    3. La descripción del espacio debe obedecer, en un relato corto, al principio de economía: los detalles elegidos deben ser pertinentes y significativos: un objeto, por ejemplo, puede revestir una gran importancia.
    4. Los cinco sentidos deben ponerse en juego a la hora de crear un espacio narrativo y evitar que predomine siempre el de la vista.
    Para conocer a la gente, tienes que ir a su casa. (Johann Wolfgang von Goethe)
    Teniendo presente lo aprendido en esta cápsula en cuanto al tiempo y el espacio del relato, ¿por qué no escribes una historia, real o ficticia, en una extensión máxima de 3.500 caracteres, que tenga como eje temporal un momento del presente, el pasado o el futuro y como escenario alguno de los servicios públicos que presta TMB (Metro, Bus, Barcelona Bus Turístic, Teleférico de Montjuïc y / o Funicular de Montjuïc)? Puedes partir también de una fotografía en la que intentes captar el ambiente temporoespacial que vertebrará tu relato. Si lo haces, aprovéchala para participar en la categoría InstaRelato tras ponerle un título que proceda.

    Este contenido se ha producido con la colaboración de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès

  • Escribir sin dudas ni vacilaciones de ningún orden y con criterio estilístico es un proceso lento que se aprende a base de tiempo y de práctica, y que tal vez, en el fondo, nunca se termina del todo. En el transcurso es también fundamental la etapa de postescritura.

    La revisión del texto

    Escribir es reescribir, leer y releer una y otra vez palabras, frases, párrafos, el texto entero, y enmendar, añadir, quitar, limar, pasar el cepillo, depurar el escrito en busca de aquella perfección a que siempre tendemos. Es bueno, incluso, dejar reposar el relato unos días, para ser capaz de reanudarlo más tarde con un poco de distancia, a fin de ver con mayor claridad. También es útil disponer de un sparring literario competente y de confianza, alguien que lea lo que escribes y te pueda dar su opinión crítica y argumentada: cuatro ojos suelen ver más que dos. Llega un momento, sin embargo, en que deberás poner el punto final a tu relato. Hay que saber cuándo y cómo, porque un excesivo análisis puede llevar a la parálisis, a la duda perpetua que no lleva a ninguna parte, y porque hay que acabar, pero hay que hacerlo bien.
    En contra de lo que puede parecer a primera vista, en la etapa de revisión se puede experimentar un placer mucho más intenso, y sofisticado, que en la primera escritura. Es comparable al escultor que acaba de extraer las figuras que un día intuyó en el trozo de mármol seleccionado en la cantera. (Isidre Grau, La maleta del escritor, Barcelona: Rosa del Vents, 2005, p. 219)

    Ten presente:

    1. Escribir un relato no es poner una palabra detrás de otra, sino crear todo un mundo, un artefacto valioso, una construcción autónoma en un estilo literario propio.
    2. Evitar los tópicos y lugares comunes cambiándolos por formas de decir más efectivas y creativas potencia la originalidad del texto, su efecto sobre quien lo lee.
    3. Leer el relato que has escrito en voz alta ayuda a detectar más errores que hacer una lectura en silencio.
    4. No tener prisa ni durante la planificación del relato ni mientras lo escribes, ni cuando lo hayas terminado es la clave de una obra exitosa. Todo requiere su tiempo. Nunca es tarde para rehacer un texto completa o parcialmente.

    El objetivo de esta última cápsula de escritura creativa es ayudarte a redondear tu relato corto, sin que te pasen por alto aspectos que no pueden descuidar. Por eso hemos elaborado una guía de preguntas distribuidas por temas que te permitan hacer una autoevaluación crítica de tu relato y, en función de las respuestas, modificarlo hasta que lo des por bueno.

    • El título: ¿lo has puesto?, ¿se ajusta al tema?, ¿es sugerente?, ¿tiene gancho?
    • La extensión: ¿es la adecuada?, ¿podrías depurar más el texto?, ¿crees que te has descuidado algo importante?
    • El tema: ¿queda claro cuál es?, ¿lo has explorado suficientemente?, ¿puede permitir un doble nivel de significación, o sea, sugerir mucho más de lo que dice explícitamente?, ¿hacer que la historia escondida sea más relevante que la que queda al descubierto?
    • El narrador y el punto de vista: ¿la elección cumple los objetivos del relato?, ¿la perspectiva elegida es la más adecuada para el narrador de la historia?
    • El tono: ¿es neutral y distante?, ¿suena natural y verosímil?, ¿te parece excesivamente irónico?, ¿se ajusta a tus propósitos?
    • El (Los) personaje (s): ¿has hecho una buena caracterización?, ¿has permitido la evolución a lo largo de la historia o te ha (n) quedado demasiado pasivo (s)?, ¿encuentras que hay algún de sobrante?
    • El conflicto: ¿queda claro cuál es el obstáculo que el protagonista debe superar o el deseo que quiere alcanzar?, ¿consigue de hacerlo?
    • El tiempo y la estructura del texto: ¿te gusta cómo se disponen los eventos en la trama?, ¿crees que ganaría si invirtieras el orden de los hechos?, ¿has distribuido bien los elementos propios del planteamiento, el nudo y el desenlace?
    • El espacio: ¿contribuye a crear una buena ambientación y atmósfera?, ¿hay un exceso de descripciones físicas gratuitas?, ¿podrías hacer un uso psicológico o simbólico de los lugares y los objetos que los ocupan?
    • Dicho y el mostrado: ¿equilibran adecuadamente los resúmenes y las escenas?, ¿se puede visualizar bien el relato?
    • La redacción: ¿es bastante clara o resulta ambigua?, ¿la encuentras excesivamente abstracta?, ¿asegura la adecuación, coherencia, cohesión y corrección textuales?
    • Los diálogos: ¿has caracterizado bien las voces de los personajes que intervienen?, ¿has marcado bien mediante guiones largos los turnos de palabra y los incisos de lengua o de otro tipo si las hay?
    • El sentido de unidad y el efecto singular: ¿crees que todos los constituyentes del relato apuntan en una dirección para reforzar el sentido de la historia?, ¿te parece que tu texto consigue crear un impacto y dejar huella más allá del acto de lectura?
    • La brevedad, la simplicidad y la esencialidad: ¿cumple tu relato estas tres premisas?
    • La intensidad y la tensión: ¿se mantienen a lo largo del relato?, ¿las has modulado bien o encuentras que hay momentos en que la historia decae?
    • El significado: ¿permite tu relato diferentes niveles de lectura?, ¿has trabajado bien el plano simbólico del texto?
    • La puntuación: ¿está bien empleada?, ¿se puede mejorar?, ¿juega a favor de la comprensión del relato o puede originar alguna confusión?
    • La ortografía: ¿has revisado y enmendado el relato para evitar errores ortotipográficos?
    • El léxico: ¿es rico y preciso?, ¿has evitado las repeticiones innecesarias?, ¿y las cacofonías?, ¿y las rimas internas no queridas?, ¿has consultado suficientemente el diccionario?
    • La sintaxis: ¿las frases del texto están bien ligadas?, ¿resultan monótonas?, ¿permiten la variedad rítmica deseada?
    • El registro lingüístico: ¿el grado de formalidad de tu texto es lo que conviene?, ¿se ajusta al propósito del escrito?, ¿caracteriza bien los diversos personajes de la historia?
    • Los tiempos verbales: ¿hay errores de correlación temporal?, ¿has elegido bien el tiempo principal del relato?, ¿hay algún error en el uso de los verbos (gerundios incorrectos, subjuntivos cuando serían necesarios condicionales, mala conjugación de algunas formas, etc.)?
    • La consideración global: ¿crees que lo que has escrito es lo que pretendías?, ¿das por bueno el resultado obtenido o todavía encuentras algo que chirría en el conjunto?
    Todavía más allá...

    Si te tomas en serio la escritura y nunca dejas de aprender de los libros que vas leyendo, no tendrás suficiente con producir textos correctos, sino que harás lo imposible para enriquecerlos en cuanto al contenido y la forma. Así, por ejemplo, verás que es posible poner la estilística, la retórica o la poética al servicio del texto y embellecer tus escritos mediante figuras de pensamiento o de dicción bien escogidas, o que podrás potenciar la cadencia de las frases jugando con la sonoridad de las palabras elegidas, o con las imágenes que consigas crear. Hacer acrecentar tu bagaje literario te permitirá también dialogar con la tradición, incorporar la intertextualidad y la metaliteratura en los escritos que hagas, parodiar incluso géneros o estilos, poner en juego los conocimientos del lector y proponerle retos dejándole pistas para que, cuando las capte, se quede atrapado y fascinado... El camino no tiene final. Las posibilidades, tampoco. ¡Imaginación al poder! Y tiempo, mucho tiempo, antes.
    ¿Qué tal si empiezas a practicar la metaliteratura cogiendo un personaje de una fábula o un cuento popular conocido e inventando una historia diferente? ¡Dale la vuelta a la trama y sorprende a quién te lea! ¿Te imaginas un lobo bueno, una Caperucita malévola, un zorro miedoso, un Príncipe realmente feo, una hormiga indolente y una cigarra hiperactiva? ¿Qué pasaría si tu relato presentara el mundo al revés de tal y como la tradición nos lo ha dibujado? Haz un relato corto, de unos 3.500 caracteres, sorprendente, original y con un mensaje transgresor.

    Este contenido se ha producido con la colaboración de la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès