EL AUTOBÚS Y EL TREN
Un día como cualquier otro, el autobús llamado Autibusi iba llevando personas de un lado a otro. Por otro lado, su amigo Trini hacia lo mismo que él, pero lo hacía sobre unas vías, lo que era más complicado porque tenía que vigilar de no salirse.
Esa misma mañana Trini salía a pasear (a llevar a gente a su destino ), entonces se encontró con Autibusi que paseaba al lado suyo.
– ¡Hey, Autibusi! ¿Qué tal estas? –le preguntó Trini.
– Bien, y tú –le contestó Autibusi.
Autibusi estaba mirando a Trini mientras hablaba con él y no se dio cuenta de que tenía un coche justo delante suyo, así que se chocó, pero menos mal que Autibusi se encontraba bien y los pasajeros también.
Estaba un poco escacharrado, pero estaba bien. Así que se lo llevaron para arreglarle. En ese momento se llevaron a Trini también, cuando llegó se encontró con Autibusi y le preguntó si estaba bien, el respondió que sí.
– Hora de lavar a estas dos preciosidades –dijo una señora en el túnel de lavado.
– Qué bien, es la hora de la ducha –respondió Trini.
– Sí, yo también quiero ducharme, necesito que me limpien los engranajes, porque es que no fluyen muy bien –afirmó Autibusi.
Así que se los llevaron al túnel de lavado, los enjabonaron, les limpiaron los engranajes, los aclararon, los secaron y les dieron una manita de pintura. Cuando ya habían acabado los llevaron a dormir, y les dieron de comer (electricidad).
– ¡¡Oh, qué bien me he quedado después de esa ducha!! – exclamó Trini.
– Pues a mí no me ha gustado nada, primero porque no me gusta ducharme y segundo porque me han tocado unos engranajes que no tenían que tocar -replicó Autibusi, furioso.
– Tranquilo, no pasa nada, a mí también me han tocado los engranajes, y después hay una cosa que no comprendo ¿cómo no te puede gustar ducharte si es lo mejor que hay?
– Porque me da pereza y además en vez de ducharme podría hacer otra cosa, osea que pierdo tiempo -dijo Autibusi.
– Bueno, ahora eso da igual, ya hemos cenado, nos hemos duchado y por la mañana hemos hecho nuestro trabajo, ahora solo hay que dormir y a la mañana siguiente hacer la misma rutina que hoy y que ayer y que ayer… y el otro igual, y el otro… - explicó Trini.
– Qué aburrida es nuestra vida -comentó Autibusi.
– No es tan aburrida -dijo Trini.
– ¡¿Que no es tan aburrida?! Pero si cada día hacemos lo mismo, propongo que nos fuguemos -comentó Autibusi.
– Deja de decir tonterías y vamos a dormir -dijo Trini.
– Buenas noches -se despidió Autibusi, enfadado.
A la mañana siguiente, cuando Trini se despertó, no estaba Autibusi. Le buscó por todas partes, pero no estaba. Hasta que se lo encontró en la otra punta de la ciudad, intentando saltar la barrera que separa su país del otro país.
–¿Pero qué se supone que estás haciendo? –le pregunto Trini a Autibusi.
Autibusi saltó del susto.
– Qué haces aquí, me has asustado -protestó Autibusi.
– Te he venido a buscar, vámonos a casa -pidió Trini.
– No, yo no me voy -replicó Autibusi.
– No, no, no y no, tú te vienes conmigo, no puedes irte -le dijo Trini.
– No. Quiero irme -insistió Autibusi.
– Venga, ven -dijo Trini, arrastrando a Autibusi.
– Está bien, ya voy -asintió Autibusi.
– Bien, lo he conseguido -explicó Trini en voz baja, para que Autibusi no le escuchara.
– Te he oído -dijo Autibusi.
– Vale perdón, está bien -comentó Trini.
Así que volvieron a su casa y se pusieron como si nada hubiera pasado, y Autibusi le prometió que no volvería a hacerlo. A la mañana siguiente empezó la misma rutina y así…
Categoría de 8 a 12 años. Salesianas sepulveda