Encuentro en el metro

Reychel

   Esta noche es especial para mí. Por fin veré a una persona muy especial, llamada María.                     

Ella es mi hermana, se fue lejos por falta de dinero. Es alta, flaca, tiene pecas por todo alrededor de su cara, parece una jirafa. Es muy inteligente, siempre soñó con ser abogada y se fue lejos por su sueño dejándonos a mí y a mis padres. Se marchó cuando tenía 16 años a Madrid.


Allá se quedaría con mi tía, la hermana de mi mamá. Yo y mi hermana éramos inseparables como uña y mugre, no podíamos hacer nada si la otra no quería.  Hasta que un día nos tuvimos que separar por motivos económicos, para que ella cumpliera sus sueños de ser abogada. Tuvimos que hacer ese sacrificio de alejarnos una a la otra, ese día marcó una tristeza en mi vida, una depresión que ni Dios podía curar. Y para calmarme lo único que funcionaba era recordar que ella volvería. 


Pasaron los años y por fin llegó el día que tanto esperaba. “El encuentro con mi hermana”. Estaba tan feliz hasta que pasó una desgracia que oscureció mi corazón. La muerte de mi hermana en el metro.


Esa noche fui al metro a recoger a mi hermana, le dije que me esperara 20 minutos porque tardaría, ella me esperó, me llamó y me dijo que estaba un poco impaciente porque había un borracho que no le quitaba los ojos de encima. Enseguida me apresuré, llegué lo más rápido posible. Cuando estaba bajando las escaleras me tropecé por bajar apurada, el borracho escuchó mi caída y se levantó.


Corrí fuerte hacia mi hermana y cuando ya estaba a 20 pasos de abrazarla, el borracho se acercó a mi hermana y la empujó hacia la vía del metro. Justamente el metro pasaba y la arrolló como papel envuelto. Todas las personas empezaron a alarmarse, yo no sabía si ir a ver a mi hermana o matar a su asesino.


El borracho huyó, se dio la oportunidad de huir ya que nadie fue tras de él, yo menos podía ir tras de él, no tenía cabeza para nada.  


Fue algo catastrófico, algo que nunca podré olvidar por el resto de mi vida, algo que sin pensar pasó, y que enmudeció mi corazón.


Pasaron los días y para mí no significaba nada, me he sentido muy mal, esa capacidad se ha reducido en muchos aspectos de mi vida. Cuando cae la noche, las cosas se ponen más complicadas, que solo te sacan lágrimas y es ahí entonces cuando vuelven esos pensamientos, ese horrible recuerdo en el metro.


Yo no sabía lo que era velar a alguien. Yo no sabía lo que era ver el cuerpo de alguien en un ataúd. Yo no sabía lo que era mirar al cielo con lágrimas en los ojos deseando que todo fuera un sueño. Yo no sabía lo que era sentir la ausencia de alguien hasta que te fuiste tú.


Intenté rendirme, pero recordé la imagen de mi hermana cuando la vi por última vez y me dije:  "Voy a poder." A mi hermana no le hubiera gustado verme así, acabada, sin ganas de nada, sin ganas de vivir porque yo misma sabía que tenía una vida por delante a pesar de todo lo que había pasado.


Y ahora solo te pido que me visites en mis sueños y platícame cómo te va en el cielo.


 


 

Categoría de 13 i 17 años. Institut Eduard Fontseré

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