No me creerían
Esperaba el metro para ir a casa de mi abuela, ya que ella estaba de vacaciones y tenía que ir a regar sus plantas .
Llegó el metro con su color de siempre: rojo y blanco con tres letras, TMB. Entré en el metro.
Iban pasando las paradas hasta que llegó a Rocafort. Las estaciones se iban repitiendo, es decir, cuando el tren llegaba a la parada de Rocafort, parecía como si fuera marcha atrás, como si retrocediese en el tiempo. Me empecé a agobiar, ya que intentaba abrir la puerta y no podía.
Las luces empezaron a parpadear, hasta que se apagaron y de repente hubo un silencio incómodo, un silencio parecido al del espacio: solo y oscuramente silencioso.
Intenté guiarme con la luz del móvil, pero no tenía batería. Recordé que había gente e intenté hablar con alguien, pero nadie me respondía, hasta que escuché un gruñido, algo inhumano que estaba gruñendo agresivamente, como si tuviera hambre y buscara algo para comer. Rápidamente me escondí debajo de los asientos, guiándome con las manos.
"Tap, tap, tap ,tap". Escuché a alguien acercándose hasta yo estaba. Vi algo, algo alto y grueso con una iluminación muy alta, tan alta coma la luz del sol y su cara tenía la forma de una pirámide. El sujeto salió del tren y de repente empezaron a funcionar las luces. Todo era una vuelta hacia atrás, como si no hubiera sucedido nada, como si fuese un sueño. Salí de mi escondite, miré a alrededor y vi a la gente burlándose de mí por estar debajo de los asientos.
Salí de la parada. Estaba sudando. Me quité la chaqueta. Cayó una carta. La agarré. La leí.
Ponía: "Sé que estabas debajo de los asientos. Saludos, Anónimo".
Desde ese momento, la gente cree que estoy loco, pero no es verdad. Tengo pruebas de que yo no estoy loco, yo no escribí esa carta, no era mi letra, era de otra persona, pero en este caso, de otro ser vivo.
Categoría de 13 i 17 años. Institut Miquel Tarradell