Descubriendo el metro
Érase una vez un niño huérfano llamado Diego que tenía 10 años y vivía a base de lo que ganaba con sus espectáculos. Donde más le gustaba hacerlos era en el metro.
Un buen día, ganó mucho dinero y pensó que podía ir en metro para probarlo. Era un niño muy observador y curioso, y, nada más entrar en el metro, quedó fascinado por éste. El recorrido no fue muy largo, en concreto viajó desde la estación de Plaza España hasta la estación de Sants, pero le sirvió para querer convertirse en un experto en el metro. A partir de aquel día se puso a buscar en todas las bibliotecas de Barcelona libros sobre el metro: su historia, su funcionamiento… Todo el tiempo que no estaba actuando, estaba estudiando el metro, y todo el dinero que ganaba lo invertía en viajes en éste donde curioseaba y aprendía todo sobre aquel maravilloso transporte público.
Cuando tuvo 18 años decidió trabajar en la empresa TMB y sabía tanto de ello que lo nombraron jefe rápidamente. Mientras trabajaba vivió muchas aventuras con los pasajeros, que siempre se acercaban a él porque sabían que cada vez podía explicarle curiosidades y anécdotas sobre el metro. Cada día, cuando volvía a casa, escribía en un diario todo lo que había vivido aquel día para no olvidarse de nada. Por su cumpleaños, unos amigos del trabajo le regalaron su primer ordenador portátil. Le hizo mucha ilusión, pues siempre había deseado tener uno. Estuvo toda aquella noche mirando lo que a él más le gustaba: seguir su investigación sobre todo lo relacionado con el metro. De repente, en una página web, algo llamó su atención: ¡había una persona que tenía sus apellidos y se parecía mucho a él! Aquella noche no pudo dormir pensando quién sería aquella persona y si sería realmente alguien de su familia. Tras mucho buscar, encontró dónde podría hallarlo, y, al día siguiente, allí se presentó. Era el edificio más antiguo relacionado con el metro. En la entrada, sentado, vio a un hombre muy mayor: era el de la fotografía. Éste le sonrió y le dijo: “Te estaba esperando desde hace mucho tiempo, Diego”. Él, que también se llamaba Diego, le contó que era su abuelo y que su padre, antes de morir, había ideado junto a él un metro que contaminase menos, ya que su enfermedad estaba causada por la polución.
Al día siguiente, impresionado por todas las historias que le había contado su abuelo, pensó en hacer un nuevo tipo de metro. Como no le gustaba la idea de la contaminación, ideó un metro que se pudiese teletransportar. Para ello sabía que necesitaba más gente que le ayudase. Como que no tenía tanto dinero como requería su proyecto, pidió un préstamo al banco que se lo concedió encantado; además, toda la gente de la ciudad quiso participar de alguna manera. Ese proyecto le llevó muchos años, dinero y esfuerzo. Cuando ya estaba acabado, la gente quiso probarlo. Fue el mejor invento de la historia y, desde entonces, Diego siempre vivió feliz y fue recordado durante mucho tiempo.
Categoría de 8 a 12 años. Salesianes Sarrià Santa Dorotea