El asalto de la línea verde
Todo empezó un viernes por la noche, si no recuerdo mal; eran aproximadamente las nueve, cuando tomé el metro de la línea verde, en la estación de Les Corts. Me sorprendió mucho el hecho de que el vagón estuviese vacío, como si algo fuese a pasar, y la gente lo supiese de antemano.
Al entrar, en lugar de sentarme, decidí recorrer todo el vagón. Entre las escasas personas, recalqué que la gran mayoría llevaba tatuado en el cuello un símbolo peculiar, que nunca había visto antes, era como una especie de triángulo con letras chinas. Además, observé que todos llevaban en el bolsillo algo en forma de ele, y de repente caí en la cuenta de que eran pistolas. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal, no lo podía creer.
Seguí recorriendo el vagón, con el objetivo de llegar al final, y así salir en la siguiente parada; ahora bien, lo que no esperaba era que se parase en mitad del túnel entre Plaça del Centre y Sants Estació. El silencio invadió el vagón, y las luces empezaron a parpadear, hasta fundirse por completo. En ese mismo instante, escuché pisadas en el techo, y todos los sospechosos que estaban sentados se levantaron, sacaron el arma, y se dirigieron hacia mí.
El líder de la banda gritó:
-¡Avanzad todos, el objetivo se encuentra al final del vagón; matad a todos los pasajeros, no puede haber testigos!
Y respondió el resto de la banda:
-¡Sí, señor!
En ese instante, caí en la cuenta de que si no quería morir, debía tomar acción, y salir cuanto antes. Cada vez, los criminales se acercaban más, así que cogí mi manojo de llaves, me coloqué una entre los dedos, y golpeé lo más fuerte que pude el cristal de una ventana. Al escuchar eso, los asesinos empezaron a disparar, y varias balas me rozaron la cabeza, pero tuve la suerte de que una de ellas impactó sobre el vidrio, rompiéndolo por completo, y como consecuencia, causándome varios cortes.
De esta manera, salté rápidamente por la ventana, y al caer, me levanté y corrí junto a las vías del tren un buen rato, hasta que me tropecé con lo que creo que fue un alambre, y me golpeé la cabeza con una piedra, que me dejó inconsciente. De repente, me desperté y en el acto me di cuenta de que estaba perdiendo mucha sangre, pero tenía un problema mayor, alguien se estaba acercando. Intenté levantarme, sin embargo no tenía fuerzas, los músculos no me respondían, y tenía la boca muy seca, como si tuviese un puñado de arena dentro.
Para mi sorpresa, era un policía, que al ver mi estado llamó rápidamente a una ambulancia. Días más tarde, salí del hospital, y me reencontré con mi familia, que me explicaron que en ese tren iba un señor, con un maletín con miles de euros, y una banda de criminales había preparado un asalto en ese mismo tren, que resultó en una decena de muertos.
Categoría de 13 i 17 años. Fert Batxillerat