BARDO

El pájaro verde

BARDO


El de bardo es un trabajo muy difícil, requiere destreza a la hora de tocar un instrumento, pero también tienes que saber leer las expresiones y situaciones de tus oyentes y deducir en función de estas que canción o verso es la más adecuada para la situación. No es lo mismo actuar ante reyes o caballeros que ante el pueblo llano, aunque a la hora de la verdad a todos les gusta una buena historia, sobre todo si tiene aventuras y puntos picantes o divertidos. Cada día cojo mi guitarra, la afino antes de salir y la cargo a mi espalda. No llevo muchas joyas o alhajas pues distraen la mirada y el oído. Mi vestimenta no difiere mucho de la del resto de gente con la que me tropiezo, excepto quizás de los ropajes de los poderosos, claro. Un pantalón cómodo y una camisa gastada son mi uniforme. En la cara, cada mañana, me tengo que pintar una sonrisa, porque nadie quiere escuchar a un bardo cantando lamentos. Así, voy allá donde hay mucha gente y les levanto el ánimo. Las mujeres me siguen allá donde voy pues la música tiene ese don, aunque yo nunca me comprometo con ninguna, pues soy errante.


 


Estábamos todos con sueño y mirando el móvil. El metro abrió las puertas y entró un chico con una guitarra. Llevaba ropa gastada y una sonrisa pícara en la cara. Transmitía encanto y personalidad. Se puso a cantar. No hacía versiones, tocaba y cantaba sus propias canciones. Sus letras eran divertidas y picantes y las interpretaba de maravilla. Me hicieron reír. Cuando acabó hizo una gran reverencia hasta el suelo y nos pasó la gorra. - Señoras y señores, esto ha sido todo. Espero que les haya gustado. Soy un Bardo que se hace llamar Pícaro y si quieren, me pueden encontrar en Instagram. – dijo esto mientras me guiñaba un ojo.Todos le aplaudimos y le dimos algo. Nos alegró la mañana. Yo, además, me apunté su nombre para seguirlo en redes, ya que me pareció interesante y encantador. 


 

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