El hombre de negro

Edbesac

Ana había salido del trabajo tarde esa noche, y lo único que deseaba era volver a casa y tumbarse en su cama. Tomó el metro como siempre, pero algo extraño pasaba esta vez; el tren parecía estar más vacío de lo normal, sólo había unos pocos pasajeros dispersos en el vagón, y la penumbra que reinaba en el interior daba una sensación de oscuridad y de peligro.


Mientras se mantenía a la espera en el asiento de la penúltima fila, oyó una voz masculina hablar desde el otro extremo del vagón.


Era un hombre de cabello corto vestido completamente de negro que parecía estar hablando solo. La voz era gruesa y rasposa, como si estuviera intentando imitar a un animal.


Ana intentó ignorarlo y continuó con sus pensamientos, pero la voz se volvió más fuerte hasta tal punto que casi no podía respirar. Levantó la vista y vio al hombre que estaba caminando hacia ella con una mirada fija en su dirección.


Ana sintió un miedo abrumador mientras se tambaleaba en su asiento, incapaz de moverse. El hombre se acercaba cada vez más, y su presencia la hacía sentir como si estuviera entrando en un trance.


Cuando finalmente llegó a su lado, declaró con una expresión diabólica, - - - "Tu vida nunca volverá a ser igual después de esto" , tomándola del brazo con una fuerza inhumana.


Era demasiado tarde para pedir ayuda. Las puertas del vagón del metro se cerraron y los pasajeros estaban atrapados, o al menos eso fue lo que Ana pensó.


Era una situación de pesadilla, las puertas del vagón se volvieron a abrir de golpe dejando entrar el viento que circulaba en el túnel oscuro. El vagón se detuvo por completo, justo delante de un pasillo sin fin, dejando a todos los pasajeros suspendidos en el terror.


El hombre de negro comenzó a arrastrar a Ana hacia la puerta, y ella luchó como nunca había luchado antes. Apenas podía respirar, y el aire estaba lleno de humo y del olor de la carne putrefacta.


Con una velocidad sorprendente, el hombre lanzó a Ana fuera del vagón, enviándola a una oscuridad aún más profunda en el túnel.


Horrorizada y sola, Ana corrió con fuerza hacia el único camino disponible. Pero cuanto más corría, más se daba cuenta de que algo andaba mal. A cada paso, el silencio era interrumpido por el sonido de sus propios gritos, sin ningún eco en respuesta.


Se detuvo al llegar al final del camino, y se dio cuenta de que estaba rodeada por una niebla densa. Intentó gritar de nuevo, pero sólo el eco de sus propias palabras llenaron el vacío.


Mientras trataba de recuperar la calma, vio una figura acercándose a ella a través de la niebla. De repente, vio la figura de un hombre, y su corazón comenzó a latir a un ritmo frenético.


El hombre era alto, vestido de negro, y su voz se parecía a la que Ana había oído en el vagón del metro. Él se acercó a ella con una sonrisa temible, y le dijo:


-"Señorita, se encuentra bien? Hemos llegado al final de la línea".


Ana dio un salto y se despertó de golpe, y en seguida se dio cuenta de que estaba soñando, pero una cosa le quedó clara. Nunca más volvería a salir tarde del trabajo, ni a dormirse en el metro, y mucho menos volver a subir sin billete, es lo que se decía a sí misma con angustia mientras salia del metro seguida por la figura del hombre de negro. 

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