Una rosa a las 8
Todas las mañanas esperaba el metro de las 8 con una rosa blanca en la mano. Puntual. No había día que fallase desde hacía 7 meses. Sabía exactamente lo que quería decir. Y aunque los días, las semanas, y los meses pasaban, no había mañana que no se acercara a la estación con la esperanza de encontrarse con ella y poder agradecerle que un lunes cualquiera le salvó la vida. Pablo sufrió un infarto en medio de una estación llena de gente que no supo prestarle atención. Sólo Raquel fue capaz de socorrerlo. Pablo tiene un recuerdo borroso, pero está convencido que cuando llegue el momento la reconocerá. Pablo compra todos los días la rosa blanca en la floristería de Raquel. Él no lo sabe. Ella no se atreve.