Sinestesia

Pescaíto

Cuando era pequeña iba tres veces por semana a hacer ballet para corregir la escoliosis. Viajaba con mi padre en metro y el camino hacia la academia aparecía cada tarde repleto de colores. Nuestro juego preferido era asignar colores a palabras, personas y ruidos. En esos tiempos desconocíamos ambos que la sinestesia era una rareza cerebral, me enteré muchos años después en la terraza de un bar, que es donde se suelen aprender las lecciones más importantes.


- ¿De qué color es la señora de la falda de flores?- me preguntaba mi padre, siempre con la esperanza de coincidir en el cromatismo.


- Naranja... seguro- contestaba, sabiendo que no íbamos a converger en el tono, porque mi padre solo asignaba colores primarios.


[Pròxima estació Urquinaona correspondència amb Línia quatre]


- Vamos, Roqui... la última, ¿color de la voz en off?


- A la vez... un, dos...


-Verde- uníamos las voces en una sonrisa, me daba la mano y bajábamos del vagón satisfechos por haber encajado nuestras palabras.


Mi padre encontró trabajo en una imprenta de Girona y así finalizaron nuestros trayectos sinestésicos de los martes (azules), miércoles (verdes) y viernes (rojos). Los vagones del metro se abandonaron al gris y al marrón, perdieron sus manchas de colores, casi siempre primarios, empecé a descuidar la sinestesia y las cosquillas se fueron desvaneciendo en algún rincón olvidado del alma.


La falta de cosquillas y el retroceso de la sinestesia me condujeron a la edad adulta.


Ayer, un escalofrío me recorrió la memoria y recordé cuando el metro se llenaba de colores para recibirnos a mi padre y a mí. Al entrar en el convoy,  intenté que los vagones volvieran a rebosar el cromatismo sinestésico de mi infancia.


- Peques... ¿de qué color es el metro?


- ¿Gris? - contestó la niña, que no sabe dejar una pregunta sin respuesta.


- ¿Y aquella señora del vestido rojo?


-Roja, mami... como su vestido.


- ¿De qué color es la palabra sofá?


- Lila... como el nuestro- volvió a responder.


No les expliqué que no eran sinestésicos. Ni que así no se jugaba a los colores. 


[Pròxima estació Penitents]


... y esa voz sigue siendo tan verde.

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