Libro como Tinder, metro como punto de encuentro

Kor

 Una vez leí en una frase de la que, honestamente, no recuerdo el autor, pero tengo la certeza de que sus palabras eran ciertas: "Cuando veas una persona leyendo un libro que te gusta, es un libro recomendándote esa persona".


Me giro. Me toca elevar mis ojos hacia arriba para cruzarme con la mirada de quien provenía esa voz. Era un chico alto, de unos 30 años, quizás más. Mis ojos se detienen clavados en sus pupilas. Profundas, me absorben. Me muestran la cantidad de mundo que contiene esta persona en sus adentros. Me quedo unos instantes en silencio, analizándolo. Mientras él se espera, con una ligera sonrisa en su rostro, a que yo muestre algún tipo de reacción ante las palabras que me acaba de decir.


-Me llamo Camila - le digo, mientras le tiendo mi mano como señal de receptividad a conocer más en profundidad el ser que tengo enfrente mío. 


-Marcos - me responde- No necesito saber nada más. Con tu nombre tengo suficiente. Pues con saber que estás leyendo este libro, me sobran palabras para poder definirte. Te diría de irnos a tomar un café, y conocernos más, contarnos nuestras vidas. Pero... ¿para qué? si ya sabemos todo el uno del otro- me deja caer estas palabras sin a penas parpadear y sin quitar los ojos de mi mirada. 


Me siento hipnotizada. Siento que en ese vagón, en ese instante, en el espacio más profundo de la ciudad, el metro, esta persona ha penetrado lo más profundo de mi ser, mi alma. 


Vuelvo a la realidad tras un leve empujón de la persona que quería salir. Las puertas del vagón se abren. Parada Arc de Triomf. Reúno toda la valentía que tenía en mi cuerpo y pronuncio, en voz baja, cerca de su oreja:


-Quizás podamos tomar el café. Sin necesidad de hablar. Quizás únicamente nos podamos acompañar en el silencio. Un silencio que lo sabe todo y no necesita saber nada más.

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