Miradas

Romynd

Una nube de vaho se esparcía por el cristal. La noche olvidada dormía tranquila en la ciudad cosmopolita, mientras el alba aparecía tímidamente en el horizonte. 


Le sorprendió el pitido de fondo: llegaron a Drassanes. Antes de que la doble puerta se cerrase, una joven se escabulló hacia el interior. Llevaba el cabello enredado en una cinta turquesa y las gafas rebotaban en el cuello de su camisa. 


Sus miradas se cruzaron por un breve instante. 


El muchacho saboreó el azul verdoso de sus ojos y se enamoró de las diminutas pecas esparcidas por sus mejillas, como si fueran salpicaduras de pardo y cobrizo. Ella se sentó frente a él y apoyó un libro entre sus piernas. 


Era vergonzosa, pero curiosa a la vez. Su rostro se deslizaba a través de la tinta negra, hacia la tez morena del muchacho. Una sonrisa fugaz brilló en sus labios, y él la deseó todavía más.


La chispa se prendió entre ambos, completamente ajena a la brevedad del encuentro. Incluso cuando ella abandonó el metro en Diagonal, se volteó una última vez. Él la siguió con los ojos hasta que desapareció en el andén.


  Y cómo la miraba.

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