Sueños despiertos, sueños dormidos
El humo del tren de vapor se diluía bajo el intenso ruido del silbato, mientras avanzaba hacia la estación con su palpitar casi perfecto.
No me puedo acordar, cuántas veces habré visto esa imagen, los miles de sueños que se ciernen bajo está estación.
Multitud de gente que corría de un lugar a otro para no perder el viaje de sus sueños hacia ese destino tan preciado...
Y así, todos los domingos, mi madre me llevaba de pequeña a la estación de Sants, y ahí me explicaba historias maravillosas que les ocurrían a las personas que viajaban en los vagones de los trenes.
Es que mi madre tenía una pasión inmensurable por el metro, quizás le hubiera gustado ser conductora de una de esas locomotoras.
Recuerdo que me explicaba que fue el juguete que nunca pudo tener y que ella misma se lo construía,con su imaginación y la ayuda de un cordel. Iba enlazando latas y latas que iba encontrando en el suelo haciendo creer que eran vagones...
Ahora era una prejubilada coleccionista y tenía la afición de construir sus propias maquetas.
Aún recuerdo el brillo de sus ojos, cada vez que íbamos a la estación, era como ver a esa niña que llevaba dentro y que seguía manteniendo la misma ilusión….
.»….
La soledad y el silencio se hicieron realidad. En ese momento María sintió la voz de Mónica, su compañera de estación:
- Buenos días.
María salió de ese pensamiento que la tenía ensimismada y volvió a la realidad de este lunes del mes de febrero.