Polly

anamenendezsole

La gente de fiesta y yo llevando a Polly al veterinario de urgencia que he podido encontrar , porque no se mueve. Es raro cómo cada uno vivimos en nuestra propia burbuja. Estamos en Marina, porque en Google Maps no me salía nada abierto, así que busqué en Google directamente. La chica se la ha llevado corriendo. Intenté ir en taxi pero el único que nos cogió dijo que no iba a llevar a una gata en su transportín, envuelta en una manta. Hemos ido en metro desde Baró de Viver. Son bastantes paradas pero a estas horas no hay casi nadie en el metro. Es la primera vez que la llevo al veterinario para algo grande desde que la castré. No sé qué sería mejor ya a sus 18 años. Llevo un año pensando que tiene 19 pero creo que no es así. Tantos pensamientos en tan poco tiempo. He hecho un ruido rarísimo al dejarla cuando me he puesto a llorar. Me siento culpable por haber ido a Roma 3 días, pero la verdad es que esto podría haber pasado en cualquier momento. Lxs gatxs diabeticxs hacen hipoglucemias en cualquier momento y ni te enteras. Llegas a casa y ya no están.


Hoy no sé qué va a pasar cuando llegue a casa y ya no esté. Después de 18 años con la misma compañía, es muy difícil no esperarla día a día. Sé que con el tiempo ese recuerdo irá desvaneciéndose , pero no parece mi casa sin ella.


Se la quedan 24h pero no son 24h porque hemos entrado a las 5h de la mañana y eso cuenta como noche así que tengo que recogerla a las 23,30h de hoy mismo, o pagar otra noche más. La mafia de las clínicas veterinarias. A mi me va a tocar coger el metro a casa porque necesito caminar un poco, sentir esa comodidad de la rutina, el metro de Barcelona que te arrulla con su tucutú y te dicta los nombres de paradas que ya conoces. La gente yendo a trabajar temprano mezclándose con quien vuelve de fiesta y, a veces, no sabe muy bien donde se encuentra o como llegar a donde debe. Ese mirar las paradas con los ojos entrecerrados intentando mantener el equilibrio, para no pasarte de casa o quedarte dormido y despertar a final de linea. Ese cansancio del que vuelve, del que empieza, en un ciclo perfecto. Hoy yo no pertenezco a ninguno de esos ámbitos. Me siento en el limbo mientras veo la gente pasar y el metro murmulla a mis pies.

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