El manto

Ágata

- ¿Qué hacemos aquí?


Hoy se celebra una efeméride muy importante. El metro de Barcelona cumple un siglo.


Nuestra misión consiste en estudiar la tecnología y las costumbres antiguas. Por cierto:


-¿Te has puesto el manto reflectante?


-Claro, por supuesto.


Es importante pasar desapercibidos, no debemos intervenir en nada que pueda cambiar esta época. Nuestra misión nos obliga a ser meros espectadores. Lo más importante es conocer de primera mano la historia y aprender de ella. Conociendo el pasado, podremos corregir el futuro. 


-¡Vamos a dar una vuelta amigo!


Empezaron a recorrer las instalaciones del metropolitano, atentos a todos los detalles. Las fotografías antiguas expuestas y cualquier cosa por insignificante que pareciera, les causaba una gran expectación.


Pero cuando estaban disfrutando más de aquello, ocurrió lo inevitable, se desprendió el manto que los hacía invisibles, dejando al descubierto sus cuerpos. Y se desencadenó el desastre.


Una señora que había bajado del convoy y se dirigía a la salida, lanzó tal alarido que se oyó en toda la estación. Alarmados los viajeros, empezaron a deambular sin rumbo fijo, mirándose unos a otros perplejos, sin saber lo que ocurría.


El caos se había desatado, hasta que un niño, que se disponía a entrar en el vagón con su abuelo, se acercó a uno de aquellos seres y después de acariciar sus enormes y puntiagudas orejas, le dijo a su abuelito:


-¿Has visto, qué simpáticos?


Todos se quedaron estupefactos, no entendían que aquel pequeño no tuviera miedo de aquellos horribles seres. Sus cuerpos eran deformes, llenos de ampollas, los ojos y los labios hundidos en una mueca macabra.


¡Terroríficos!


Aquellas criaturas, salieron despavoridas de allí, hacia el futuro del que procedían, con el único deseo de que aún se pudiera evitar el desastre nuclear y medioambiental que había causado todo.

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