Como cada mañana

Maeta Arlo

Como cada mañana, me arreglé, tomé un café, cogí mi mochila y me dirigí a coger el metro para ir a la universidad. El trayecto siempre era el mismo: de Sagrada Familia en la línea 5 a Sants Estació y de allí transbordo a la línea 3 hasta Zona Universitaria.


Aquel día estaba el andén de Sants más concurrido que habitualmente y cuando llegó el tren tuve que entrar a empujones en el vagón, con tan mala suerte que mi larga melena quedó atrapada entre las dos puertas. Liberé mi pelo cuando las puertas se abrieron en la estación de Plaça del Centre pero algo muy extraño y misterioso sucedió entre una estación y la otra: ¡mi larga melena lisa se había convertido en un precioso cabello rizado!


Mi anécdota despertó curiosidad entre mis amistades y muchos quisieron comprobar ese fenómeno tan peculiar, así que fueron a las nombradas estaciones, dejaron atrapadas sus melenas entre las puertas del vagón y milagrosamente se les transformaron sus peinados: lisos en rizados, rizados en lisos, rubios en morenos, morenos en pelirrojos…


Se fue corriendo la voz del curioso fenómeno que se producía en el túnel de la línea verde del metro de Barcelona, fue noticia en medios de comunicación nacionales e internacionales y se convirtió en viral en las redes sociales. Influencers importantes fueron a probar la experiencia retrasmitiéndola en directo y se convirtió en una atracción turística que en cualquier guía se mencionaba.


Con el paso del tiempo el suceso, lejos de olvidarse, iba haciéndose más y más popular y se fue extendiendo a todas las líneas del metro.


Así, cada día los andenes estaban llenos de gente, había peleas entre los pasajeros para ponerse al lado de la puerta, aumentaba la agresividad y también el riesgo de sufrir una caída involuntaria a las vías, aumentaron también los pillajes y los robos. La empresa TMB tuvo que contratar más personal de seguridad para intentar contener la marea humana e incrementó el control a los accesos.


Una noche, un grupo de la asociación “Unidos por la calvicie” burló todos los controles y se coló en el túnel entre las dos famosas estaciones con el objetivo de conseguir que les volviera a nacer pelo. No lo lograron y además pusieron en riesgo su vida pues casi fueron arrollados por los primeros trenes que empezaban a circular.


Llegaron también protestas del gremio de peluqueros que interpusieron las primeras demandas por competencia desleal.


A la vista de la situación, TMB aprobó el cierre de la línea 3 del metro y contrató a los mejores ingenieros, geólogos y químicos para estudiar el extraño fenómeno e intentar darle una explicación científica y rigurosa.


Tras meses de arduas investigaciones descubrieron que las paredes del túnel entre Sants Estació y Plaça de Sants estaban recubiertas por un mineral que producía una reacción química al entrar en contacto con las chispas de la catenaria que saltaban al pasar el tren. Si por casualidad esas chispas tocaban el cabello de una persona, éste se transformaba.


Así que se decidió extraer todo el mineral que pudiera encontrarse en todos los túneles del metro destinando una gran partida presupuestaria para tan magna obra.


Tras meses de excavaciones, pruebas y puestas a punto, reabrió el metro y poco a poco el suceso fue cayendo en el olvido quedando como una curiosa anécdota acaecida en los cien años de vida del metro de Barcelona.


Volvió la rutina y como cada mañana, el maquinista vio resplandecer el brillo de las extrañas chispas en la oscuridad del túnel del metro.


 

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