La Guardería
Era un día de lluvia, corrí a refugiarme dentro de la estación de metro ya que tenía que coger para poder ir a casa después de un día duro en el trabajo. Cansada, bajé con cuidado de no resbalar, cuando entré no había revisores, las puertas estaban todas abiertas y los lectores de tarjetas desactivados, al llegar a la estación vi que el contador del próximo metro estaba operativo pero extrañamente no había nadie en la estación. No quería buscarle un porqué, estaba tan agotada que ni me pregunté el por qué. Me senté, al levantar la cabeza vi que aún quedaban 10 minutos para el próximo metro, seguí mirando a mi alrededor… pero seguía vacío.
- Hola ¿Hay alguien? -grité-
Lo único que se escuchaba era el eco de mi voz. Cojo el teléfono e intento llamar a alguien, pero no tenía ni cobertura ni batería así que decidí guardar el teléfono y lo poco de batería que tenía para una emergencia. Parecía una eternidad cuando de ese silencio sepulcral empezó a oírse el sonido del metro acercándose a la parada. Cuando paró y las puertas se abrieron decidí entrar y como antes, los vagones estaban todos completamente vacíos, esto ya me asustaba, no era final de línea, ¿como era posible que nadie estuviera ahí? Después de unos segundos decido sentarme, seguía mirando a mi alrededor en busca de cualquier signo de vida a parte de la mía, cualquiera. Sonó el pitido de cierre de puertas y se puso en marcha.
Sentada en un punto perfecto para saber por cuál parada estaba, levanto la cabeza y veo que las luces de las paradas tampoco funcionan. Eso no me molestaba, solo tenía que estar más atenta y ver el nombre de las estaciones donde se paraba el metro.
Cuando llegó a la primera parada el metro no se para y no me da tiempo a ver en qué parada estaba.
Noto como el metro cada vez va más rápido, al principio, lento y constante, pero ahora la velocidad estaba aumentando y no tenía intenciones de parar en ninguna estación.
Me agarro a cualquier cosa y empiezo a notar la presión de la velocidad a la que estaba. ¿Qué le pasaba al conductor? ¿Qué problema tenía? Como pude me levanté e intenté ir en dirección a donde debería estar el conductor. Cuando estoy a punto de llegar se apagan las luces de golpe, asustada, busco en mi bolsillo el móvil e intento encender la linterna. De golpe el metro frena y me arrastra hasta que consigo agarrarme a algo. Cuando está totalmente quieto se encienden las luces, levanto la mirada y esta vez… ya no estaba sola.
Cuando conseguí ponerme de pie en el metro había cinco personas más, todos tenían más o menos mi edad y como yo, todos estábamos en el suelo agarrados a algo.
- ¿Puedes soltarme la pierna?
Levanté la mirada y a lo que me había cogido fue a la pierna de una chica.
- Perdón, no quería ser arrastrada y me agarre a ti, lo siento. -la solté-
Lo único que hizo fue sonreír y negar con la cabeza, como diciendo que no pasaba nada. Cuando tuve fuerzas me levanté y todos nos reunimos en un vagón. A todos les había pasado lo mismo que a mí, ni siquiera sabían como habíamos acabado todos en el mismo vagón, miramos fuera y podíamos ver a gente haciendo fotos, sonriendo y pasándoselo bien. Empezamos a gritar como locos pidiendo ayuda desesperadamente. En una de esas uno de ellos lee un cartel fuera y se le pone la cara blanca. Todos se quedaron mirándolo y le preguntaron qué pasaba. Sonreí, cogí el martillo de emergencia, me tiré encima de uno de ellos y empecé a golpearlo sin parar. Los miré y dije:Bienvenidos a la guardería.