El túnel
Jaume acabó de dar el último sorbo al café mientras cerraba el periódico y dejaba algo de propina en el plato del bocadillo. Se levantó de la mesa y puso rumbo al metro.
Todos los miércoles desde hacía un mes, se hacía cargo de su nieto, llamado Roger. Caminó por la calle Ali Bei hasta el cruce de Roger de Flor, allí giró a la derecha rumbo a la estación “Arc de Triomf”, donde cogía la línea 1 dirección a “Hospital de Bellvitge”. Su hija y yerno se habían mudado a Bellvitge cinco años atrás, justo con el nacimiento de Roger.
Llegó a la estación y sacó su billete para introducirlo en la máquina - No, Jaume. Este no se mete en la ranura. Es sin contacto – se dijo para sí mismo. Paso el billete sobre la máquina y entró. Un chorro de aire caliente le golpeó la cara - Espero que no fuese mi tren el que sae acaba de ir – volvió a decirse, pero estaba seguro de que no, pues tenía muy claro que aquel golpe de aire caliente siempre era el de rumbo a Fondo por la hora.
Continuó hasta el andén. Escuchó música ambiental, pero no localizaba de dónde venía.Había pasado mala noche por una cena con los amigos y no estaba fino. Los fritos le habían jugado una mala pasada -Ya no tengo cuerpo para estos trotes - se dijo. Se sentó en los bancos del andén y miró el reloj - Cuarenta segundos. Bien.
Un nuevo golpe de aire caliente lo golpeó. – Ahí llega el mío – se dijo. Miró a la izquierda y vio como el tren aparecía. Alzó la mano saludando, y el conductor se lo devolvió. El tren se detuvo y Jaume se levantó del banco. Se acercó a laspuertas, pulsó el botón y estas se abrieron. Jaume subió al tren.
Aquella mañana no venía especialmente lleno. Apenas había terminado de sentarse cuando sonó el pitido de cierre de puertas y el tren inició la marcha. Se cogió a la barra que quedaba a su derecha, atenuando el traqueteo del tren. Vio a través de la ventana como uno a uno, los vagones entraban en el oscuro túnel. Sacó de nuevo el periódico y comenzó a ojear la sección de deportes. Solo había ojeado un par de páginas cuando empezó a notar algo raro.
Normalmente la luz del vagón era lo único que alumbraba su lectura, pero por el rabillo del ojo había notado que llegaba luz a través de la ventana. Una luz cálida empezó a bañar el interior del vagón. Una luz diurna. Una luz que solo podía provenir del sol - Tan poco he tardado en llegar a Mercat Nou? – pensó, pero algo no le cuadraba. Solo había trascurrido una parada. Era imposible. Tenía que haberse dormido. Miró por la ventana y vio algo extraño.La ventana tenía cortinas. Bajó la mirada al suelo – ¿Madera? - dijo en voz alta. Efectivamente, el suelo era de madera. Pero no solo el suelo. También los asientos donde se encontraba. ¡¡Incluso las paredes!! Todo estaba hecho de madera.
Aunque era extraño, y no sabía como, aquello lo reconfortaba. Al poco, un hombre que vestía de negro y con gorra se le acercó - Buenos días caballero. En breve llegaremos a la última estación. No se levante -. Jaume aintió y miró por la ventana cuando el hombre se alejó. Todo parecía luminoso y hermoso. Nunca antes había estado en aquella parte de Barcelona. Una voz alta y clara anuncio el nombre de la parada - Próxima estación La Bordeta -. Jaume notó el traqueteo del tren mientras se detenía en la parada. El tren finalmente se detuvo. Jaume se levantó, abrió la puerta y salió del tren.
Jaume jamás sabría que los técnicos sanitarios que habían acudido en su ayuda, habían hecho todo lo posible por salvar su vida.