A ver...
Y mientras trato de aferrarme al mundo, el mundo mira para otro lado. Incluso en este vagón desde donde escribo, las personas que me rodean, no me ven, tienen sus miradas ancladas en las pantallas de sus móviles. Y yo querría gritarles ¡abrid los ojos!
La Tierra seguirá girando cuando yo no esté, que no falta mucho, igual que lo hace ahora, mientras todo lo que he construido siento que se va derrumbando poco a poco, igual que el castillo de arena en la orilla que va mermando con cada ola que lo alcanza.
Ola, de mar.
Ala, para volar.
ELA.
Ese fue el diágnostico, la resolución, el veredicto. Después de ir como las bolas de un billar de un especialista a otro, semana tras semana, la realidad es esta y se llama ELA.
Quedan dos paradas hasta mi destino, parece una metáfora de mi existencia. La vida son dos días. Los médicos me han dicho que dos años. Puede que algo más; luego ya solo habrá decadencia.
Aún no lo asumo. Somos enfermos olvidados. Una enfermedad invisible. Como "todo lo esencial" según Saint-Exupéry. Por eso voy a informarme sobre un gesto, una chispa que puede generar mucha luz.
Estoy abrumado, enfadado, ofuscado. Siento rabia, tristeza, resentimiento y estoy perdido, hundido. Y aunque intento vaciar el contenido de mis pensamientos estoy desbordado.
En breve no seré dueño de mi cuerpo, por eso le pedí a mi amigo Samuel que me reservase un momento de su día. Conduce ambulancias, pero conoce a un especialista en el Hospital de Bellvitge que me va a ayudar a resolver dudas de manera extraoficial. Quiero donar mis córneas, y saber de paso si al final del camino habrá algo más que pueda donar.
La donación es un gesto invisible, íntimo y revelador. Como mi enfermedad.
¿Puedo con mis ojos devolverle a otro la luz que yo perderé? ¿Puedo, a través de ellos, alargar el regalo que se me está escapando de las manos?
"Próxima parada Bellvitge", miro a mi alrededor. Solo quedará una para que todos los pasajeros que viajamos en el vagón lleguemos al final del trayecto. Unos van a visitar a un familiar, otros a una prueba médica, otros al recinto de Oncología, otros van a trabajar, algunos son estudiantes de Medicina o Enfermería, otros vamos a ver si podemos donar, a ver ...
Hay quienes esperan un diagnóstico, otros un futuro, otros una prueba médica, un resultado; respuestas. Se mire por donde se mire todos llevamos la palabra esperanza tatuada en nuestra alma. En especial entre estas dos paradas de metro. Pero el megáfono no es tan alentador, sentencia: "Pròxima estació Hospital de Bellvitge, final de trajecte".
Final de trayecto.
Final.
No estoy siendo muy positivo. Lo veo.