El gato perdido
El gato perdido
La familia de Pinky era muy aburrida. En la casa se sentía una soledad terrible, lo único que le daba vida a ese hogar pesaroso, eran los dulces tarareos de los pájaros radiantes.
Un día, la mamá de Pinky, le dio permiso de salir a recorrer las bellas calles de la ciudad de Barcelona. Mientras se dirigía camino al metro, se encontró a un gatito chiquito dentro de una caja rota y mojada. El gatito se encontraba en un estado crítico. Pinky lo llevo a su casa y así lo pudo ayudar, le dio comida y lo baño. Durante el gatito comía, Pinky notó en sus ojos tristeza y mucha angustia. Ella lo llevo a dar un paseo en un hermoso parque, y cuando iban de camino en el metro se encontró a un chico que también tenía una gatita. Pinky se animó a hablarle al chico, el chico fue muy amable y carismático. El chico desconocido tenía una hermosa sonrisa y unos ojos deslumbrantes. Que llamaba la atencion de cualquier persona. Pinky y su gatito volvieron a casa, muy contentos porque en los gatitos también hubo una conexión. Como quien diría se enamoraron. Pinky se fue a la cama y no dejaba de pensar en el chico, ella quería conocerlo más, saber más de su vida, sobre sus tristezas y alegrías.
Pasaron los días y Pinky decide ir al mismo parque con su gatito. Sin imaginarse que en ese parque estaría ese chico, en el cual ella no dejaba de pensar. El motivo de sus desvelos. Al verlo ella quedó muy sorprendida y pensó: "Es por pura casualidad que él esté aquí." Cuando no era así, el chico tenía unas rosas en sus manos y unas cartas, las cuales eran para ella. Él le dijo: "Desde el último día que te vi, no he dejado de pensarte. Busqué y busqué los parques más cercanos de la parada de metro en la cual te bajaste. Y en este parque estaba el lazo de color rojo que llevabas ese día. Desde ese día siempre vengo aquí con la esperanza de encontrarte." Él le dijo: "Traje este detalle para ti y un collar para tu gato." Ella quedó sin palabras, fue un momento tan inexplicable.
Desde ese día, él y ella siempre quedaban en ese mismo parque, los gatitos se divertían juntos, y ellos también. Un día la chica lo llevó a la playa y estuvieron dándose cariño y muchos besos. Ella se animó y le preguntó: "¿Puedo ser tu novia?" El chico de bonita sonrisa, sin pensarlo, le dijo que sí: "¡Claro que sí!"
Pasaron los días y se mudaron a vivir juntos. Fueron muy felices y tuvieron más gatitos.
Categoría de 13 i 17 años. institut Eduard Fontesere