Una segunda oportunidad

Núria

Fue un golpe seco. Sentí cómo el aire escapaba de mis pulmones. Era un cuatro de marzo, un martes por la tarde cuándo sucedió. Me encontraba conduciendo a casa, volviendo del trabajo. Había sido un buen día, no esperaba que hubiera un giro tan inesperado de acontecimientos, pero ocurrió. Un coche conduciendo en dirección contraria colisionó con el mío frontalmente a gran velocidad. No sé si fue por falta de atención en la carretera. El accidente me conmocionó y perdí el conocimiento. En esos momentos vi toda mi vida pasar. A pesar de que sólo tenía veinticinco años, había vivido todo tipo de experiencias tanto buenas como malas. Fue ahí, en mis últimos instantes, donde recordé esos pequeños momentos a los qué en  su día no les di importancia y ahora me parecen un tesoro. Después de que estos recuerdos cruzaron mi mente, vi la luz, y sabiendo que era mi final me aproximé hacia esta, paso a paso. Con el corazón encogido, fui acercándome al final del túnel, o a lo que creía que era el final. Súbitamente, oí un ruido, era el sonido de un tren que avanzaba a gran velocidad. Cerré los ojos, respiré lentamente. Al abrir los ojos me fijé en donde me encontraba. Estaba en un metro, con un tren avanzando a una velocidad vertiginosa hacia mí. Entre en pánico y corrí hacia un lateral de las vías pegando mi espalda a la pared. Sentí los fríos azulejos contra mi piel, provocándome un escalofrío recorriéndome la columna. Aguanté la respiración esperando un impacto, el cual nunca llegó. El tren pasó rozándome. Cuándo acabo de pasar tomé una bocanada de aire, intentando llenar mis pulmones y recuperar mi respiración rítmica. Cuándo me relajé caminé por las vías por donde había venido el tren. Afortunadamente salí en una estación y miré la parada. Estaba en Plaza de Cataluña. Miré alrededor y me fijé en el calendario colgado en la pared, vi que era tres de marzo, lunes. No lo creía. Le pregunté a una señora qué día era. Me dijo que era lunes, tres de marzo. No daba crédito de sus palabras, pero tenía algo claro: Si era real lo que acababa de suceder, no estaba muerta. La vida me había dado un aviso drástico de lo que puede pasar si te descuidas un segundo. Pero ahora tenía una nueva oportunidad, la cual no iba a desaprovechar.


 


 

Categoría de 13 i 17 años. Institució Igualada

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