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Eugenia

Era una mañana de primavera, cuando Jaime emprendió su marcha hacia el cole como cada día. Se sentó en uno de los pocos asientos libres que quedaban en el vagón del metro y se percató de que había algo inusual en el ambiente.


Todo parecía en orden pero sentía algo extraño que Jaime no podía explicar. Inesperadamente, el vagón comenzó a tambalearse, y las luces parpadearon débilmente. A estas alturas el chico percibía que algo no iba bien y se dio cuenta de ello cuando las puertas del vagón se abrieron bruscamente en una supuesta parada que jamás había existido.


Sin saber el porqué, Jaime tuvo la necesidad de salir del vagón, por lo que hizo caso a sus instintos y abandonó el vagón con inquietud, sin saber lo que le iba a deparar esa decisión. Al salir, una luz le cegó al completo por unos instantes y al abrir los ojos notó que, de alguna forma que no lograba describir, todo había cambiado: el clima, las sensaciones, el olor… J


aime siguió caminando hasta salir al completo de la estación y fue ahí, cuando observó en donde se hallaba. era tan extraño y bonito que no sabía cómo empezar a describirlo. La gente no era humana sino, más bien, criaturas sin una forma exacta, y lo más atípico no era eso, sino que el paisaje que tenía enfrente no parecía real, ya que daba la impresión de que ni la gravedad ni la lógica existiese en ese especie de mundo paralelo.


De repente, hizo contacto visual con una especie de hombre azul que le miraba fijamente desde la distancia. Jaime se acercó, ya que estaba demasiado asombrado para pensar, ni en el miedo ni en el hecho de que su madre le iba a matar por no estar en el cole. El “hombre” le mandó sentarse en algo parecido a un coche futurista que de ningún modo se podría haber llegado a imaginar, y menos cuando arrancó a volar. En este punto ya nada tenía sentido, era todo como un sueño. Pero el “hombre” le empezó a explicar que la razón por la cual él estaba allí es porque cada mil ciento tres años, sin saberse el porqué, un portal se abre en cualquier sitio del planeta y a cualquier persona, y esta vez le había tocado a él.


Jaime no se podía sentir más afortunado y único, ya que era la única persona que experimentaba esto en más de mil años. El “hombre” siguió mostrándole el paisaje y explicando todas las características de este mundo paralelo. Hasta que, literalmente en un abrir y cerrar de ojos, Jaime se encontró de vuelta en el vagón. El pobre chico no podía estar más aturdido ya que miró la hora y no había pasado ni un minuto. Estaba perplejo, no sabía qué pensar. ¿Había sido todo un sueño? ¿Qué acababa de pasar?


Tras unos minutos de hallarse atónito en el asiento, se levantó y salió del vagón, ya que había llegado a su parada. Curiosamente Jaime se sentía más feliz que nunca y que llegó a la conclusión de que solo él había experimentado eso y que había sido lo más real que había vivido jamás.


Al final, llegó al colegio y no les dijo nada a sus amigos sobre lo que acababa de suceder. Sabía que, de alguna forma, él seguía conectado a ese mundo y que sus puertas seguirán abiertas para él.


 


 


 

Categoría de 13 i 17 años. Fert Batxillerat

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