El chico del metro.
Dani, un chico de treinta años, se mudó a Barcelona porque necesitaba un cambio de aires. Una vez instalado se registró en la TMB para poder coger el metro y conocer mejor la ciudad. Nada más empezar a cogerlo Dani supo lo que era aquello que siempre había oído, lo de tener un amor de metro cada vez que lo cogías.
Un día en el metro, como cualquier otro, vio a un chico guapísimo. Su nuevo amor de metro. Y con este ya eran... Barcelona estaba lleno de chicos guapos. Pero solo sería uno más del cual no interactuaría y se olvidaría de él para ver a otro y a otro más cada vez que cogiera el metro.
Al día siguiente decidió entrar en una aplicación de ligue mientras duraba el trayecto, y en la primera foto que le aparecía salía un chico que le sonaba. Visitó su perfil, y le pareció interesante. Luego alzó la mirada y no se creyó lo que vio. El chico de la aplicación estaba en frente suyo, y resultó ser el mismo que vio el día anterior, que pensó que nunca más le volvería a ver. Decidió escribirle, pero no obtuvo respuesta, el chico no estaba metido en la aplicación en ese momento. A las pocas paradas el chico se bajó, pero ahora, aunque no le volviera a ver en el metro ya había podido contactar con él.
Otro día más en el metro, y el chico no le contestó. Abrió la aplicación y resultó que su perfil desapareció, seguramente le había bloqueado. Dani, como siempre, se había emocionado para nada. Empezó a mirar a la gente que le rodeaba y sorpresa, allí estaba. Una tercera vez que se encontraba al mismo chico en el metro, algo que no solía ocurrir. Pero ya le daba igual, porqué si le había bloqueado no valía la pena pensar en él, no podía pasar nada entre ellos.
Pasaron varios minutos y luego vio que el chico le estaba mirando, y éste giró la cabeza al encontrarse con su mirada. Dani no se creyó lo que acababa de suceder, el chico que le gustaba le miraba, el que pensaba que no tenía interés en él. Pero luego pensó que dejara de tener pájaros en la cabeza, era normal cruzarse las miradas en el metro. Luego, el chico se bajó en su parada y pasó algo que le haría explotar la cabeza. El chico giró la cabeza para verle una última vez antes de bajarse. Dani no se lo podía creer. ¿Por qué iba a hacer eso si no estaba interesado en él? Le había bloqueado de la aplicación, o quizás simplemente se la había borrado. Pero no le había contestado. Quizás no se molestó en leer nada porqué estaba harto de esa aplicación. Dani, como siempre, sobrepensándolo todo. Y encima ya le había visto tres veces en el metro, demasiada coincidencia, no parecía real, no iba a suceder una cuarta vez.
Otro día en el metro. Dani empezó a mirar a la gente para ver si encontraba de nuevo al chico. Quizás debería quitárselo de la cabeza, pero no podía evitarlo. De repente vio que a alguien se le había caído una tarjeta. La recogió y le dijo al chico que tenía de espaldas que se le había caído. El chico se giró, y sí, era él. Otra vez, una cuarta vez. Algo que parecía imposible estaba ocurriendo. Sus miradas se cruzaron, y esta vez la vergüenza no haría que girase la cara. El chico, con una enorme y preciosa sonrisa en la cara y una mirada cristalina, se lo agradeció.
Empezaron a hablar y la química surgió. Y de repente, cuando se iban a dar el número de teléfono, Dani despertó. Se había dormido en el metro. Aquello era demasiado bonito para haber sido real. Luego se abrieron las puertas del metro, y ahí estaba, se cruzó la mirada con el chico de sus sueños.