LAS CARTAS LO DICEN TODO
Todo empezó en el metro de Barcelona, donde una joven llamada Sofía cogía el tren cada día para ir a la universidad. Un viejo pintor llamado Alexander pintaba obras todos los días en el metro. Sofía siempre se fijaba en él y en sus cuadros; cada día se paraba a su lado para ver su trabajo. Hasta que un día se decidió y le dejó una carta, que decía:
“Hola,
Soy Sofía, una chica de 19 años. Te veo cada día en el metro y admiro mucho tus obras. Me gustaría conocerte más.”
Al día siguiente Alexander le respondió la carta y se la puso en el bolso cuando vino a ver su obra:
“Hola, Sofía,
Me llamo Alexander, me alegra que te gusten mis obras. Verás, llevo varios años pintando en el metro. Cuando tenía más o menos tu edad empecé a interesarme por la pintura. Mi familia no apoyó mucho esta decisión pero yo sabía que era lo que me gustaba. Tuve una racha muy buena hasta que llegué donde estoy: el metro”.
En el momento en el que Sofía leyó esto se sintió fatal por él y le respondió intentándolo ayudar:
“Lamento mucho eso pero deberías saber que se te da genial, eres un artista. Me encantó el retrato de aquella adorable pareja. ¡No lo dejes nunca!”.
Al leer esto Alexander se emocionó, no sabía qué responder. Le dio vueltas y vueltas, mientras Sofía esperaba una respuesta. Después de tantas vueltas logró contestar:
“Me alegra muchísimo que te guste tanto. Pero hace tanto que no veo a mi familia, mi mujer se pasa el día limpiando la casa y mi hijo trabaja día y noche no puede sacar tiempo para mi. Ya no tengo esa chispa”.
Esto a Sofía le rompió el corazón y quiso ayudar de alguna forma. No respondió y tuvo que dejar en espera al viejo pintor. Estuvo pensando unos días, quería ser muy cuidadosa con lo que iba a responder, de verdad quería animarlo. Y un día se le ocurrió lo que podía responder, cuidadosamente y con mucho cariño le respondió:
“Hola,
siento haber tardado tanto en responder, me gustaría quedar algún día, por favor”.
Alexander leyó la carta de Sofía y se sorprendió. Hacía mucho tiempo que nadie le decía algo así. Se quedó pensando un rato y, al final, decidió responderle. Al día siguiente se la puso en el bolso, decía:
“Hola, Sofía,
Me ha alegrado mucho tu carta. No esperaba que alguien como tú quisiera quedar conmigo. Si de verdad quieres, podemos vernos mañana en el parque cerca de la estación, a las cinco de la tarde.”
Sofía sonrió al leerlo. Tenía muchas ganas de conocer más sobre él.
Al día siguiente, llegó un poco antes al parque y se sentó en un banco. Estaba un poco nerviosa. Miró y vio a Alexander que llegaba. Llevaba una mochila con pinceles y un cuaderno.
—Hola, Sofía —dijo él con una pequeña sonrisa.
—¡Hola, Alexander! Me alegra que hayas venido—respondió Sofía.
Hubo un silencio corto hasta que Sofía, rompió el hielo:
—Siempre he querido aprender a pintar. ¿Me podrías enseñar?
Alexander la miró sorprendido, pero luego sonrió y dijo:
—Si quieres aprender, será un placer.
Así fue como empezaron a verse más seguido y fueron formando una amistad muy bonita.
De repente un martes Sofía en el metro de camino a la universidad vio que Alexander no estaba y no le dio importancia.
Pasados unos días, en el rincón de Alexander había un hermoso ramo con una linda dedicatoria que decía:
“Con mucho cariño y amor de tu mujer y tu hijo”
Entonces Sofía emocionada recordó los buenos momentos pasados con él.
Disfruta los pequeños momentos con las personas cuando están para que cuando no estén, no te lamentes.
Categoria de 8 a 12 anys. Institució Igualada