La vida en un dado

Cesc

El silencio reinaba en el metro. Una suave y fría brisa recorría las vías metálicas medio oxidadas por el ir y venir de los vagones. Los andenes estaban vacíos. Un hombre barría las hojas que se colaban desde el exterior del metro.


Hasta ese momento había sido un martes cualquiera, pero la decisión del director de La Vanguardia de hacer un reportaje para ver qué estación de metro era la más limpia haría que ese martes fuera diferente.


Un hombre con americana azul, corbata de rayas azules y rojas y mocasines apareció de imprevisto. En compañía del cámara que le acompañaba se acercó al hombre que barría las hojas.


El periodista le hizo una decena de preguntas bastante ortodoxas, cómo se llamaba, cuál era su edad, cuáles eran sus hobbies, etcétera, hasta que le preguntó dónde vivía, a lo que a lo que el hombre le respondió con pena:


–Vivo aquí, en el metro. Barro para entretenerme y no morirme de aburrimiento. Pido dinero a las personas que pasan y… –de repente guardó un silencio incómodo–. La culpa no es mía, fue de un dado. Si hace unos años hubiera sacado un cuatro en vez de un cinco, ahora estaría viviendo en una casa, con mi familia, mi perro, mi jardín y hubiera cumplido el sueño de ser periodista, pero el destino me fue adverso y por eso ahora estoy aquí, siendo entrevistado por alguien que podría haber sido yo.


 

Categoria de 8 a 12 anys. Institució Igualada

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