VIAJE ONÍRICO

El Brujo de la Palabra

Como cada martes, a las ocho de la mañana, me disponía a coger el autobús TMB situado cerca de la estación de metro de Urquinaona. Destino: Santa Coloma de Gramenet, Baró de Viver. Al subir al vehículo unos fríos “buenos días” al conductor, ya habituales, para luego sentarme en una plaza libre, de las no muchas que quedaban. Con el sueño en el cuerpo, era consciente que me esperaba un viaje relativamente largo, así que podía echarme una cabezadita.


En mis imágenes oníricas veía que estaba inmiscuido en un viaje de autobús, pero no en Barcelona, sino en tierras remotas, como si estuviera en China. Y lo digo porque veía por la ventanilla cómo las personas iban en bicicleta, vestían con atuendos típicos de la zona y en el autobús donde estaba sentado, la gente decía “tempelatula” en vez de “temperatura” y “niño, deja de jugal” en lugar de “niño, deja de jugar”. ¿Y yo en un autobús...en China? Lo cierto es que estaba “flipando” con el viaje, y no sabía cuál sería mi destino. Miré a mi vestimenta, y era de invierno, estaba protegido de un supuesto frío en una mañana calurosa, así que me empecé a quitar el abrigo, los guantes, etc. Sudaba por la frente y las manos, principalmente. Un señor que estaba sentado a mi lado, con los ojos típicos rasgados de los orientales, me miraba raro. En fin, que no sabía dónde bajarme, pero tenía sed y esperaba hacerlo cuanto antes...para tomar algo por allí, aunque fuera un té. Así que le di al botón de “parada solicitada”, bajé las escaleras del bus justo cuando éste paró y…


Al despertar, no sabía bien dónde estaba. “Ah, sí, estaba soñando que viajaba a China o algún país asiático...y que me disponía a bajar del bus”. Pero yo me acordaba que esa mañana tenía trabajo en Santa Coloma de Gramenet, cerca de Baró de Viver, y por eso iba con mi mochila al hombro. En fin, lo que veía a mi alrededor, en el bus, eran orientales con ojos rasgados, por la ventanilla personas viajando en bicicleta, los restaurantes eran de comida china en su mayoría. El bus era el de TMB, el que había cogido en Urquinaona. Confuso y atemorizado, con el corazón palpitando a gran velocidad, me dispuse a bajar del bus lo antes posible. Al bajar, veo justo enfrente de mí un cartel con las letras en chino.


Tenía sed, y ya me pondría a pensar en la cantina que divisaban mis ojos al final de la calle cómo salir de allí y regresar a mi Barcelona querida.


“¿Quién dijo que los sueños no se hacen realidad? ¿No es la vida como un sueño en sí misma?”  


 


 


 


 

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