Destino Final

Oniria

Estoy absorto, desde lo alto del teleférico. La majestuosidad de Montjuïc desde aquí es incluso mayor. Dentro de la pequeña cabina vamos cuatro personas, una pareja acaramelada, una señora mayor y yo. La señora parece disfrutar tanto de las vistas como yo, y la pareja está más ocupada comiéndose con la mirada. Probablemente han comenzado hace poco. 


Esperando sosegadamente desde mi asiento, noto una especie de tirón fuerte del teleférico. 


 



  • Lo has notado, ¿no? - le asiento.

  • Seguro que es por el viento - digo, intentado restarle importancia.

  • Hace años que vengo a este teleférico y nunca había dado un tirón tan fuerte, muchacho.


 


Frunzo los labios y vuelvo a mirar por la ventana del teleférico, ocultando mi pánico de los ojos de la señora. 


La pareja se asusta momentáneamente, y la chica abre el Google Maps para ver a cuánto estamos de la próxima parada. Sin prestar mucha atención, la oigo murmurar que no hay cobertura. 


Al fijar la mirada detenidamente, cuando estamos cerca de la parada Castell, veo a una masa de gente concentrada haciendo una especie de corro extraño. Es entonces cuando la cabina se para de sopetón.


 



  • ¿Qué? ¿Esto es normal? - dice la chica.

  • Ya te digo yo que no, hija. - le responde la señora.

  • ¿Hay algo que podamos hacer? - digo asustado.

  • No podemos llamar, no hay… - se congela durante un segundo - Esperad un momento… ¿Qué está pasando en el teleférico de enfrente? - comenta el joven.


 


Mi cara palidece cuando veo a dos jóvenes mordiendo a un hombre que parece gritar auxilio. Vemos cómo, paulatinamente, su pánico se transforma en una serenidad aterradora, su cara sin expresión alguna comienza a tornarse en un color amarillento sin vida.


 



  • ¿Qué narices es eso? ¡Qué narices! - comienza a gritar la chica.

  • Eso no es todo… - dice la señora mirando hacia la ciudad.


 


Cuando los tres dirigimos la mirada, comprendemos que este teleférico es nuestra única salvación. 


Aquella masa de gente que antes vi, no era un corro de alguna fiesta o gente celebrando algo, sino que eran… una especie de zombies peleándose entre ellos, mordiéndose. Parece sacado de una película.


 



  • Esto… Esto no es normal, esto no puede ser real. - dice la chica poniéndose de pie.

  • Tranquilízate - le digo.

  • ¿Cómo pretendes que me tranquilice cuando la ciudad está infestada de malditos zombies? ¡Zombies, tío! Esto es surrealista - dice, echándose las manos a la cabeza.

  • Recuerda que estamos en un teleférico, por favor - suplico, agarrándome al asiento con fuerza.


 


Tras unos segundos, la chica asiente y se sienta, intentado controlar la respiración, mientras su pareja la abraza a modo de consuelo. La señora y yo nos miramos, tanteando la situación que hay ante nuestros ojos. Después de quince minutos en silencio, mirando el suelo del teleférico sin saber muy bien qué hacer, éste comienza a moverse, y, cuando alzo la mirada, sólo puedo ver pánico y terror en los ojos de mis acompañantes.


 



  • Allá vamos - dice el chico.


 


Pròxima parada, Castell de Montjuïc.


 

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