El poder de Andrómeda

Manuel Gomez

Lluviosa tarde entrometida, que no permite asomar a la llama revoltosa.Voy al compás de este ritmo humedecido, donde hoy mi compañero de baile es el enemigo de la euforia.


Transitando contra los obstáculos rutinarios, entre cristaleras de las tentaciones, se aproximan los tentáculos de la noche, de glamour embrujado.


Adentrado como imán en la boca de dientes escalonados, me deslizo a mi túnel del tiempo, donde cubro con la pala, ásperos tropiezos.


Abajo, un estridente sonido me avisa del cinturón luminoso, me levanto precipitado, empuñando talismán entre dedos.Tras una leve mudanza por los conductos oscuros, sin buscar mi reloj de arena, mi mente zarandeada en un blanco perla.Se asoman nuevos residentes, autómatas seducidos, regados por las lenguas de una tarde testaruda.Filtro a un hombre de aspecto derrotado, de caminar atraído.Una sinfonía visual ante llamas de monotonía me hace chocar con una silueta, donde asocio a personaje de reciente lectura.Andrómeda, quise gritar, lanzando varios perfumes de miradas, aromas de curiosidad.Un repentino apagón lo cambio todo, estudiosa es ella, reservada sirena, muecas de impotencia.Minas de interrogantes se plantaron en mi interior cuando ella se aproxima, sentí que los pulmones se columpiaban.Espejo es ella, ante tanta excelencia, reflejo no me siento, nivel de belleza, como una partida, es la carta del dos de corazones, excusa maldita.


Un stop entre pasillos nos apeo muy seducidos, dejándome llevar como marioneta que mueve sus hilos.Al trote del trazado que nos llevó a un resplandor lejano, se camufla un corredor largo de todo obstáculos, en lo oscuro, tras unos ramales enlazados, se bifurca a una niebla tirana, pasando por ella, escenario cambia.Ahogadas las sombras, se asoman las luces, que a mis ojos arroyan en incertidumbres.


Mi centro de gravedad ha desaparecido y el disfraz de detective para mí no hay motivo, mi memoria siempre ha sido mohosa, negada a los yacimientos de cualquier intriga.


Se alojó la noche a compás del silencio, me inspira acordes de sonatas, canciones.Diseña posturas, voy pensativo, derrotaré al Cíclope o conquistaré algún reino.Su cara sin camuflar a una leve sonrisa, disipó sus primeras palabras.Su sólido tono, me hizo sospechar, que mis escudos guerreros contra Cupido se están vacunando y van preconizando tan receta maldita.


Anclamos nuestras miradas tras un tropiezo perdido, por un momento pensé que reconstruí errores de flaqueza, en los desaciertos semáforos de la vida.


Caminé directo a la ráfaga, dispuesto a someterme a tan aventurado desafío.Mi órgano principal, manantial de palpitaciones.


Le miré, y su narrativa me descifró la aparatosa silueta del entramado.El jardín de alegrías se fulminó ante jeroglífico descifrado, quedando paralizado al veneno de mi engaño.El safari de mi fantasía, me explotó en todos mis sentidos.Soy astronauta peregrino, explorador en la jungla, olor a parque jurásico.


La realidad me contesta y la mentira no se expresa, estoy ante mi cueva llena de herramientas.Trapos de lujo, frascos de fresas.Andrómeda es fantasía, producto de vicios de letras. Ella me deja, y yo buceando entre plásticos, metales, cristales y puertas, sacando su esencia, así pasan las horas en compañía de las luciérnagas.Ahora todo más lúcido, más abatido, me quedo en mi labor hasta lo convenido.


 

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