La duda

Vencejo

El autobús paró a la altura de la marquesina. Los pasajeros se resguardaban de la lluvia mientras esperaban. Desde la ventana, Ana observaba con atención un gorrión. El pequeño pájaro estaba revoloteando por la acera y bebía agua de un charco.


Estaba tan ensimismada escuchando música, que no se dio cuenta de que una chica se había sentado a su lado. Cuando giró la cabeza para buscar una canción en el móvil, notó la presencia de su compañera de viaje urbano.


La chica tenía aspecto de turista. Quizás de algún país del norte. Ojos azules, pelo rubio brillante. Ana se fijó en sus coloridas zapatillas. Parecían muy cómodas. Me encantan – pensó Ana.


 Entonces, le hizo un gesto para preguntar algo. Ana se quitó los cascos.


 -      ¿Hablas inglés? – preguntó la chica, con un fuerte acento alemán.


 -      Sí – respondió Ana, también en inglés.


 -      Perdona, ¿podrías ayudarme? Acabo de llegar a Barcelona. Me han robado la maleta y el bolso.


 -      ¿De dónde vienes? - preguntó Ana, con curiosidad.


 -      De Berlín. He venido para ir al festival Primavera Sound. He quedado con unos amigos de Munich.


 -      Y… ¿cómo puedo ayudarte? – la pregunta iba acompañada de una mirada suspicaz.


 -      ¿Podrías darme algo de dinero para llamar a mis amigos y a mi familia? - dijo la chica con la voz temblorosa. Bajó la mirada durante un momento.


 -      Bueno… si no tienes dinero, ¿cómo has comprado el billete del autobús? - pregunto Ana,  envuelta en la intriga de la conversación.


 -      Una señora muy amable me ha pagado el billete de tren para venir del aeropuerto y también me ha dado 5 euros – respondió la chica - Voy al centro, a la calle donde está el hotel donde he quedado con mis amigos.


 Ana dudó durante varios segundos. ¿Decía la verdad o mentía? ¿Estaba realmente en apuros o era una farsante?


 Se acercaban a la última parada de la avenida Paral.lel. Ana tenía que bajar. Se levantó y se dirigió hacia la puerta. Poco antes de que el autobús se detuviera, se dio la vuelta y miró directamente a los ojos de aquella chica. Sus miradas se hablaron, en silencio. Ana sacó de su cartera un billete de 10 euros, se acercó a ella y se lo dio.


 -      ¡Buena suerte! - dijo, sonriendo.


 Se dio la vuelta y bajó del autobús.

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