De Pep Ventura al futuro

Marina Little

Alejandro siempre bromeaba con que él abría el metro cada día, siendo broma hasta cierto punto. Este comenzaba a trabajar muy pronto, por lo tanto, muchas mañanas debía esperar a que le abrieran la puerta de la boca del metro en Pep Ventura, y con el primer metro hacía su viaje hasta el final de la línea, para hacer transbordo a la línea tres y posteriormente bajarse en Fontana.


Cada día era lo mismo, cada mañana, de lunes a sábado, debía hacer ese recorrido, así siempre  subía más o menos con las mismas personas. Por eso cuando el 11 de abril subió un chico de su edad, vestido completamente de negro, le llamó la atención. Pero sobre todo lo cautivó el libro que sacó de su bolsa, Entrevista con el Vampiro, de Anne Rice. No le sorprendió porque fuera un libro que no fuera común, sino porque era su libro favorito. Alejandro no pudo evitar estar atento a ese chico, dándose cuenta de que ambos hacían el mismo recorrido, pero que una vez fuera de la estación de metro, cada una iba a una dirección diferente.


Alejandro comenzó a encontrárselo casi todas las mañanas, deseando ver qué libro sería el elegido para ésta. Vio pasar a muchos que no conocía, pero de los que se había apuntado el título para leerlos, otros tantos que él había leído, y durante una semana coincidieron en libro, pero el desconocido era un lector mucho más veloz.


Alejandro ignoró el pensamiento que le decía que era un acosador, pero tenía muchas ganas de hablar con él, de saber su nombre y quizás quedar para tomar algo. Lo único qué sabía era que le gustaba mucho el color negro y que era un lector veloz.


Por eso, cuando durante una semana entera no lo vio comenzó a preocuparse. Lo buscaba con la mirada por todo el vagón, antes de perderse en su libro, y lo repitió cada día que el desconocido no subía al metro en la parada de Gorg. Una semana y media después volvió aparecer, subió y se sentó enfrente de Alejandro, como era costumbre. Sacó su libro y un paquete de clínex. Alejandro, decidido a romper con su timidez, se quitó un auricular y movió su mano llamando la atención de éste. El desconocido también se quitó el suyo, mirando sorprendido a Alejandro.


- Siento molestarte, soy Alejandro, coincidimos cada mañana aquí.- El chico lo miró, curioso, antes de asentir con una sonrisa.


- Hola, soy Christian -dijo, con la intención de volverse a poner el auricular y seguir su lectura.


- ¿Has estado bien? -preguntó, consiguiendo que el chico se detuviera y lo mirara sorprendido- No te he visto en un tiempo -comentó, ligeramente avergonzado. Por unos minutos, la voz avisando los horarios del metro fue lo único que se escuchaba.


- He estado con gripe -dijo, levantando el paquete de pañuelos para dar más credibilidad a sus palabras- Gracias por la preocupación -añadió, sonriéndole.  Alejandro le devolvió la sonrisa mientras sacaba su libro, notando la mirada curiosa de Christian. 


- No es nada -dijo,  abriendo su libro y quedándose unos segundos quieto.- Oye, creo que trabajamos cerca ¿Te gustaría tomar algo más tarde?-preguntó Alejandro, con una sonrisa sincera.


Las luces se apagaron al entrar en la estación de Paral·lel, dejando el vagón casi en la penumbra, Christian se rio, recogiendo su bolsa y guardando el libro.


- ¿Claro, a las cinco, en la boca del metro de Fontana?-preguntó, saliendo del vagón con Alejandro a su lado. Este asintió y ambos hicieron su camino juntos, compartiendo algunas cosas, pero sobre todo dejándose mutuamente con ganas de conocer más del otro.

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