Desvíos

Sarai

Inés, yendo al trabajo, coge uno de los primeros trenes que pasan por su estación. Ha dejado a Xavier durmiendo en su casa, no le acaba de agradar la idea de él en su habitación a solas, toda su intimidad expuesta a su merced… Pero no podía echarlo, era demasiado pronto y él había aparecido la noche anterior por sorpresa… Está medio enfadada con él, porque aunque él no sabía que necesitaba madrugar tanto, no le gustan los imprevistos. Hoy debe acabar de instalar un sistema de ciberseguridad para un cliente, y quiere revisarlo antes de que la oficina se llene de gente. Entra en el último vagón del tren, el más vacío, y aunque es pronto y casi no hay gente, quiere asegurarse de ir completamente en calma. Necesita el silencio para concentrarse en la pantalla de su portátil. Se coloca los cascos para aislarse aún más, pero no conecta la música, tiene mucho sueño, decide antes ponerse una alarma en el móvil, no quiere volver a quedarse dormida y saltarse la estación. Sentada y en movimiento, adormilada, meciéndose con el movimiento del vagón y viendo pasar por la ventana las luces de la ciudad que aún la iluminan, entran en el túnel, y el tren se detiene entre 2 estaciones. 


 


Inés lucha para que no se le cierren los ojos, pero el tren vuelve a bruscamente a arrancar y para con retraso en el andén. Por la puerta entra un corpulento hombre, vestido con traje completamente de negro, e Inés se fija en él por que le suena de algo… No sabe que… Él se da cuenta y la mira directamente, ella aparta la mirada. Se sienta de espaldas a ella, no permitiéndole mirar más la cara. ¡Y entonces sucede lo que Inés más temía!… ¡El desconocido empieza a hablar por teléfono! Inés se extraña, mira su móvil, aún no tiene ni una raya de cobertura, pero él sigue hablando… Completamente, ya desconcentrada de sus tareas, empieza a escuchar.


Bolsas de basura, cuerpo, cuerda, calibre… Todo de palabras le resuenan en su cabeza y al juntarlas solo pueden significar una cosa… Inés pone cara de espanto y mira a su alrededor, el resto del vagón está en silencio, las pocas personas tienen la mirada perdida en la pantalla del móvil, o durmiendo, pero están demasiado alejadas para oír… Cierra los ojos fuertemente, deseando despertar de una pesadilla… Pero no. Sigue escuchando, petrificada en su asiento, cómo da los detalles de cómo se encontrará con su víctima. Y se abren las puertas de la siguiente parada, el señor se levanta para bajar, entra bastante gente en el vagón y se genera un pequeño caos. Aún no es la parada de Inés y ella no sabe qué hacer… Duda, pero en un repentino ataque de adrenalina, decide salir por las puertas cuando empiezan a pitar, segundos antes de que cierren…

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