Un viaje por el tiempo

Sassenach

Ese día él no tenía ganas de salir a la calle, pero yo insistí porque iba a ver en la cafetería a Sam, una chica de ojos grandes y verdes, pelo castaño y una sonrisa hermosa. Quería verla para decirle que me gustaba, pero... aquel día no fue exactamente lo que pensaba, sino que fue un día que recuerdas con agonía y tristeza. Me pedí un cappuccino y mi abuelo decidió tomarse un macchiato. Le pregunté por qué no quería ir a la cafetería y me dijo:


- Aisha, siento como que algo malo va a suceder.


- ¿Pero qué podría suceder, abuelo? 


- Ya veo por qué querías venir - mira a Sam -, no entiendo por qué no le has hablado aún.


- Bueno... - de repente, un coche rompe los cristales de la cafetería llevándose por delante a mi abuelo - ¡AAAH, abuelo! - fui hacia él, pero un hombre encapuchado salió del coche y me apuntó con un arma, me quedé paralizada.


- ¡DIME, ¿DÓNDE ESTÁ EL DINERO?! - me dijo gritando.


De improviso, Sam salió de una esquina y disparó al delincuente.


- ¿Estás bien? - dijo Sam.


- Sí... - fui hacia mi abuelo, cuando llegué ya no se podía hacer nada. Sam llamó a la ambulancia, cuando llegó miraron si estábamos bien.


 


TMB inauguró un metro que te permite viajar por el espacio tiempo. Había dos líneas de momento: al futuro y al pasado. Esto hizo que quisiera recuperar a mi abuelo, la única traba era que no podían alterarse las líneas temporales, pero no me importaba. Me compré un billete que me llevara a aquel día. Los encargados del metro nos contaron todo sobre el transporte.


Me subí al vagón en la estación hacia el pasado. Aunque en medio del trayecto me sentí mareada, mi billete sonó, al fin había llegado. Me sorprendió no ser la única que bajaba de ese vagón, conmigo había un chico vestido con una sudadera y unos pantalones vaqueros negros. Cogía la misma salida y vi que se metía en una librería. Aceleré el paso mientras miraba el reloj, tenía media hora para convencerles de que no fueran a esa cafetería. Llegué al portal, toqué uno de los timbres y dije "yo".


 


- ¡RIIIING! - Toqué el timbre, se abrió la puerta. Me encontré con mi abuelo.


- ¿Cuándo has salido? - me preguntó extrañado.


Me quedé paralizada, pero debía decirle lo que iba hoy.


- Abuelo, soy Aisha pero 5 años en adelante.


- Ya te veía un poco diferente. Bueno, dime qué haces aquí.


- Tengo que salvarte - procedí a contarle toda la historia.


- Lo siento mucho, mi niña -me abraza-. Puedo ver en tu mirada el dolor.


- Exacto, así que no irás.


- Aisha, no exactamente. Me has dado el mejor regalo, que es saber que mi último ápice de vida lo pasaré contigo tomando un buen café e incentivándote para que arriesgues por el amor.


-¿Por qué?


- Aisha - pone sus manos en mis hombros -, escúchame. Ya ha pasado todo, iré y volverá a suceder. Y no más peros, ¿entendido? Adiós, Aisha - me da un último abrazo.


- Adiós, abuelo -Salgo del portal para entrar a la tienda de enfrente de la cafetería, esperando que todo volviese a suceder. Desde este lado, podía percibir cómo me miraba con dulzura, esa mirada que expresas cuando sabes que vas a ver por última vez a una persona que amas. Vi la furgoneta estampándose y tuve el impulso de ir a ayudar a mi abuelo, pero de la nada alguien me agarró del hombro, deteniendo mi impulso. Me giré y vi que se trataba del chico del metro.


- No se puede hacer nada. Recuerda las normas.


- ¿Quién eres?


- Lo único que tienes que saber es que en cada viaje que hagas estaré a tu lado para impedir cualquier estupidez.


 


 


 


 

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