Personas mayores

Romynd

La pequeña se aferraba a la mano de su madre con voracidad. Por encima de su cabeza, veía a muchas personas mayores corriendo de un lado a otro. Se preguntaba a dónde irían con tanta prisa, cuando el sol todavía estaba demasiado bajo aquella mañana. Tal vez tuvieran una cita médica como ella, o iban a eso que los mayores llamaban trabajo


Aunque la niña no lo comprendía, y puede que tampoco quisiera hacerlo nunca.


Una vez que se metieron de lleno en la boca del metro, la situación empeoró. Su madre la agarró con fuerza, mientras una oleada de cuerpos la zarandeaba sin reparo. Se vio sumergida en el más profundo caos, con las piernas de hombres y mujeres como única guía. 


Sostuvo con ímpetu el peluche rosado y pronto escuchó los gruñidos de las vías del metro. Pasaron por tantos pasadizos que creyó que se habían perdido, aunque finalmente fueron a parar a unos escalones. Alzó la mirada hacia arriba y descubrió el azul brillante en los paneles, aunque no sabía qué significaban aquellas letras que se repetían tanto.


Una vez llegaron, se sintió más tranquila. Su madre la ayudó a sentarse en un banco de piedra y sus diminutos pies se lo agradecieron. Miró curiosa a la muchedumbre, con los rostros clavados en los móviles. No entendía qué miraban con tanta curiosidad y anhelo, cuando la imagen del metro era lo más interesante que había visto jamás.


Aguardó impaciente la llegada de la vagoneta, cuando un chirrido agudo anunció que se acercaba. Se sentía tan enérgica y excitada que quería saltar y bailar por el andén, aunque su madre no lo aprobaría.


Las compuertas se abrieron al compás de un pitido que anunciaba el cierre. Velozmente, su madre jaló de ella hacia el interior. Dentro, un mundo mágico y repleto de fantasía la rodeaba. Allá por donde mirara, no había una sola persona igual, y todas y cada una de ellas tenían mil historias maravillosas para explicarle.


La pequeña niña odiaba aquel hospital enorme y verdoso que aparecía justo cuando abandonaban el mundo bajo tierra, pero el hermoso viaje lo hacía menos doloroso. 


Y tan solo eso era suficiente para ella.

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