Una tarde ajetreada
Relato de mi hijo de 15 años que va en silla de ruedas eléctrica.
Como todas las tardes, hoy al salir de clase fui con mi silla de ruedas al metro. Al entrar al metro siempre me pregunto si me van a dejar pasar al ascensor o no, a veces sí ,otras no. Hoy no me dejaron pasar y tuve que esperar a que volviera a bajar.
Luego cuando subo pienso que metro estará parado para subirme, porque hay modelos de metro donde me siento más cómodo que otros. Hoy veo que está el modelo en el que menos cómodo estoy, así que subo al último vagón para estar cerca del conductor por si pasa algo. Me pongo en mi sitio y espero que arranque.
Mientras estoy esperando de repente se me acerca un vigilante y me pregunta qué edad tengo. Me extraña pero le respondo, cuando voy a preguntarle por qué, se va y no tengo tiempo de pronunciar la pregunta.
Hay veces que me saludan los conductores y otras que no, hoy no me saludaron, así que una vez arranca cojo mi teléfono y lo uso.
Mientras pasan las paradas me fijo que el vagón donde estoy se llena más que los de al lado, poquito a poco pero mientras pasa esto yo pienso en qué parada se llenará más, a veces esto pasa en Verdaguer, otras en Girona, alguna que otra en Urquinaona, pero casi siempre es en Passeig de Gracia
Una vez llegamos a Passeig de Gracia veo que se baja mucha gente y pienso: "Que buena suerte" hasta que veo que se empieza a llenar a tal punto que el conductor pone el aviso de que se cierran las puertas. Pero la gente no para de entrar, así que el conductor le da a la bocina del metro, aunque igualmente la gente sigue entrando. Al final, cuando se ha llenado el vagón veo que el de al lado está casi vacío y me pongo un poco enfadado.
Cuando estoy a punto de llegar a mi parada, que es Jaume I, veo que hay tanta gente que casi no puedo pasar, así que empiezo a pedir permiso a la gente para poder salir. Mucha gente es amable y se aparta o me ayudan a salir, pero a veces hay gente que no ayuda y simplemente deciden no moverse y hacer como que no escuchan, hoy me encontré a mucha gente que no era amable.
Al final consigo salir del metro y voy hacia al ascensor. Veo que todo el mundo sale por la puerta de cristal para silla de ruedas, y llega a tal punto que tengo que esperar a que todos pasen pasa poder pasar yo, cuando debería ser lo contrario. Voy al ascensor y veo gente que fácilmente podría subir por las escaleras y que no les hace falta el ascensor pero están esperándolo, así que les dejo subir porque son muchos y me quedo esperando a que vuelva a bajar para poder ir por fin a mi casa.
Y este es un ejemplo de mi experiencia en el metro por las tardes al volver del instituto en Trinitat Nova hasta mi casa en Jaume I, con mi familia.
Fin.