Carta de amor en la L3
Amante entre los amantes inventados; todos son meros espejismos. Construyo la comisura de tus labios con pinceles y sangre en los derredores nocturnos. Subo al vagón en Drassanes. Sueles engendrar la desdicha sobre los cálculos de un destino fallado, y el cosmos infestado de destellos clarividentes reclama su lugar. Es en el púrpura de tu iris donde se bañan el sueño y el lucero del mediodía, donde converge la gaviota crepuscular con el cielo magenta implosionado de tintes huérfanos de deseo. Dios errático en mi jardín propio, idolatrado por el destino imposible de un mundo feliz. Bajo en Espanya. Guarda tus aromas en este atardecer tan mío, pues todavía quedan miles de formas por emular y nuevas estatuas por erigir, bañadas por la luz punzante de candelabros rescatados del lago infernal, que producen destellos imaginarios, donde copulan el origen del universo y la paloma desteñida que dormita en la punta de tus labios.