Sueños, tiempo y estaciones.

Ricard Schweitzer

 


Bajé rápidamente las escaleras del metro, pensando que ya llegaba el vagón; mi chaqueta y zapatos cortaban el aire pésimo, que salía expulsado hasta el exterior del andén,  entre salitre, olor a humedades y petricor; me dirigí hacia adentro y esperé sentado en la estación de “Liceo” por poco tiempo hasta que apareció mi metro. Seguía dándole vueltas al mismo tema que había hablado con aquel pintor en las Ramblas hacía poco rato; hablábamos sobre la interpretación de los sueños. Aquellos sueños que constantemente llegaban casi a diario a mi cabeza; lineas abandonadas o llenas de gente en metros perdidos de ciudades imaginarias, en diferentes tiempos; y allí mismo, estando en el metro, me sumergí en la psicosis que algunas noches afloraba en mi mente; corriendo por pasillos de líneas irreconocibles en estaciones con infinidad de pisos, buscando algo que nunca encontraba - Tal vez buscándome a mí?  Era complicado saberlo o recordarlo con claridad; solo recuerdo uno de los sueños de una forma bastante lúcida; entraba en un vagón muy parecido al mío, donde estaba entonces; y allí veía a mi amiga; Marta, de pie, me miraba desde la la otra puerta del vagón e intentaba decirme algo, pero no conseguía descifrarlo. El ruido de la linea era ensordecedor y el vagón se agitaba de un lado al otro de forma agresiva, produciendo pequeños apagones y destellos de chispas en el exterior; creaba un ambiente gris entre la oscuridad y los destellos de sombras de los fluorescentes; Íbamos bastante rápidos ; me acerco a ella y le pregunto:


- Qué sucede?No te puedo escuchar!


El vagón comienza a frenar y chirriar hasta quedar parado y ella me grita pero no la oigo… Rápidamente me indica con la mano y me dice: - Es esta, esta es tu parada! Si no bajas ahora no podremos volver a vernos! Corre! Entonces salgo y las puertas se cierran con un estruendo, ella se marcha saludándome pero esta vez con una sonrisa en la cara; y pienso… - Que habrá querido decir con eso? Tomo la dirección a la salida caminando por un pasillo lleno de baldosas blancas en las paredes y letreros sucios en fondo verde; y recuerdo que esta vez he de ir a encontrarla en otra estación perdida, en otra ciudad, en otro tiempo. Así era nuestra amistad una respiración entrecortada en diferentes tiempos y lugares. Ascendí a la plaza Catalunya, esta vez dejando mis sueños de lado, y volviendo a la realidad, y allí estaba ella con su sonrisa esperándome otra vez. 

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