Sants, la estación del amor

Sensation Seeker

Después de un largo día de mucho trabajo, de cansancio acumulado y de horas y horas en la oficina, me dirigí a la estación de Sants a buscarte. En ese momento, mi vida sonaba diferente. En mis oídos cualquier melodía era insignificante en comparación a la música de nuestras risas provenientes de millones de recuerdos a su lado. Y aunque estuvimos más de cinco años en contacto cero, de mudanzas de aquí para allá y dejé de pedir tu comida favorita a domicilio las noches de los viernes e incluso, de evitar para siempre nuestra parada de metro favorita… volví a la estación Sants, nuestro lugar de reencuentro. 


 


No sé si era por las semanas que habíamos vuelto a hablar y a ponernos al día con nuestras vivencias actuales o por las ganas que tenía de volver a verte,  sentía que esta vez era similar a aquellas veces del principio. Los nervios me invadieron mientras que la felicidad se dibujaba en mi cara y no podía parar de pensar en cómo era posible que iba a reencontrarme con mi primer amor. Ella siempre fue esa persona con la que quise seguir viviendo esta historia mágica a pesar de la distancia hasta poder ser adultos independientes que se valieran por sí mismos. Aún siendo dos crías que se habían enamorado por primera vez, fuimos capaces de luchar por la relación todo lo que pudimos en aquellos momentos en los que fuimos más torpes que conscientes del daño que nos causaba no saber cómo manejar una relación a distancia.


 


Al bajar del vagón, tuve que subir por las escaleras mecánicas y como solía hacer siempre, saludé al guardia de seguridad y me preguntó si estaba allí de nuevo porque iba a volver a verte. Creo que mi mirada ilusionada le respondió a todas sus preguntas y por eso subí corriendo las escaleras porque tu tren ya había llegado. Al llegar a las zonas de llegada no podía parar de temblar, no sabía ni qué decir cuando te viera…


 


El murmullo de la gente se difumino y tan sólo podía oír el latido de mi corazón acelerándose y este era como los de antes. De repente estabas enfrente de mí y el mundo se paró con sólo ver un ápice de tu sonrisa. Inesperadamente me saludaste con un beso como los de antes. No sé si por costumbre o por el amor que nos hemos tenido siempre pero, fue idílico. 


 


Cariño, ojalá decidas de nuevo pasar el resto de tu vida conmigo.


 


 

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