Diario de Clara Campoamor (1888-1972)

Món

Diario de Clara Campoamor (1888-1972)


Mi infancia y primeras inquietudes 10 de febrero de 1895


Nací en Madrid el 12 de febrero de 1888, en el barrio de Maravillas. Mi padre, Manuel, era contable y mi madre, Pilar, costurera. Desde pequeña, comprendí que el mundo no era justo con las mujeres. Veía a mi madre trabajar sin descanso mientras los hombres tomaban decisiones sin consultarnos. ¿Por qué no podíamos aspirar a más?


Cuando mi padre murió, tuve que dejar la escuela para ayudar a mi familia, pero nunca abandoné mi amor por el aprendizaje. Cada vez que pasaba por la Puerta del Sol, me maravillaban los edificios y el bullicio de la ciudad, soñando con un futuro donde las mujeres tuviéramos voz.


Adolescencia y primeras luchas 5 de junio de 1903


Mi adolescencia ha sido un tiempo de descubrimientos. En el colegio, conocí a Elena, mi mejor amiga. Un día, me confesó que amaba a Rita, otra compañera. Lo dijo con miedo, como si fuese un error. La vi esconderse y avergonzarse, y entendí que el mundo no solo nos imponía cómo vivir, sino también a quién amar.


Esta rabia silenciosa se convirtió en la chispa de mi lucha. No quiero aceptar un mundo donde no podamos ser nosotras mismas. Cada conversación con Elena, cada injusticia que presencio, alimenta mi deseo de cambiar las cosas.


El Metro de Madrid y mi independencia 7 de octubre de 1919


Hoy ha sido un día histórico: se ha inaugurado el Metro de Madrid. La línea recorre la ciudad desde Cuatro Caminos hasta Sol, y ha sido un acontecimiento sin precedentes. Madrid avanza, la ciudad crece, pero yo me pregunto: ¿y nosotras? ¿Cuándo avanzaremos las mujeres?


Al viajar en él, pensé en los caminos que aún nos quedan por recorrer. Tribunal me recordó mis años estudiando Derecho. Gran Vía, las discusiones en cafés sobre el voto femenino. Sol es el centro, donde confluyen nuestras voces y esperanzas de un futuro mejor.


La lucha por el voto femenino 1 de octubre de 1931


Hoy he defendido en las Cortes el derecho al voto de las mujeres. Me han interrumpido e intentado ridiculizarme, pero no me he amedrentado. "La mujer debe votar porque lo exige su dignidad", dije con el corazón latiendo fuerte.


Al salir del Congreso, caminé hasta Atocha, donde tantas trabajadoras llegan cada día. Vi sus manos curtidas, sus rostros cansados, y reafirmé mi lucha. Ellas también merecen decidir su futuro.


El exilio y la distancia 8 de marzo de 1939


La Guerra Civil ha terminado, pero España ya no es mi hogar. He tenido que huir, dejando atrás mi casa y mis sueños. Desde Chamartín, partí sin saber si volveré a caminar por estas calles.


Desde París, leo noticias y siento tristeza. España retrocede, las mujeres pierden derechos, pero no me rindo. La lucha sigue, aunque sea desde la distancia.


Hasta pronto 30 de abril de 1971


Ahora, en mis últimos años, veo lo que hemos logrado, pero también lo que falta por hacer. El voto femenino es una realidad, pero la igualdad aún es un sueño. Pienso en el metro de Madrid, en sus nuevas líneas. ¿Cuántas mujeres viajan ahora en él, camino a estudios y trabajos que antes les estaban prohibidos?


La historia avanza, aunque a veces parezca detenerse. No sé si volveré a Madrid, pero sé que mi voz ha quedado en sus calles, en cada rincón donde una mujer se atreva a soñar con un futuro mejor.


 


 


 


 


 


 

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