Me llaman la chica del metro

Chill Mal Berlin

Me llaman la chica del metro. ¿Que por qué? Digamos que… porque soy una especie de pirata del metro. A pesar de que detesto sus empujones, sudores, estirones de tiempo y escapadas de mí, no quiero mudarme de mi hogar. Los recuerdos que vivo en él, forman mi personalidad, afirman mi apodo y han hecho de mí una leyenda. ¡Me gustaría contaros una buena anécdota! Cuando coincido con un niño pequeño en el mismo vagón siempre me ocurre un extraño fenómeno… No sé como empieza, pero siempre acabamos mirándonos fijamente a los ojos hasta que uno de los dos baja, y la velocidad del metro nos separa. Pero, mejor os lo cuento otro día con más detalle, que me gusta contarlo con detalle. Mejor os cuento sobre el día en que, diez gatos, ¡diez gatos! ¡Uno detrás de otro!, ¡me siguieron en silencio mientras caminaba de un extremo del metro al otro buscando asiento libre! ¡¿Usted se cree!? ¡De un extremo a otro! Y después los gatos, bueno, cuando lo cuento, ¡fíjese usted que nunca nadie me cree! Creo que usted quizás si lo haría, usted si… Pero mejor os cuento una historia que es aún más divertida. La trama se remonta en la primavera de hace tres años, en la que hubo un tiempo en la que un escalón de la estación de Paseo de Gracia, siempre el mismo, se reía de mí. Yo solía ir siempre corriendo, porque iba tarde a mi clase de música, y sobre todo muy despistada, porque sabe usted, soy muy despistada, pues siempre me tropezaba con él y él se reía a carcajadas de mí. Un día, sin yo esperarme, pero como era de esperar, tropecé, caí y la bandada de turistas que caminaba forzado por las prisas que hay siempre en esta parada, o sea al mismo ritmo que yo, es decir, corriendo, cayó encima de mí y de mi violín. Ahí comenzó el caos: detrás de los turistas caídos cayeron más y más grupos de turistas apresurados igual que caen las piezas de un dominó. Nadie tuvo fuerzas para levantarse e irse antes de escuchar el estruendo final, y cuando este se escuchó, todos permanecimos en silencio en el suelo por unos segundos. Y cuando ya todos pensábamos que nada más surrealista podría ocurrir, un rumor del ruido que hacen las patitas de muchos bichos al correr en las películas empezó a acercarse y a oírse cada vez más deprisa y más fuerte. Una bandada de cucarachas apareció por los agujeros de vete a saber donde y nos levantaron a todos y empezamos a viajar sostenidos por cucarachas en sus espaldas. Imagínate ver desde fuera cientos de personas apareciendo del metro, uno detrás de otro como las hormigas cuando salen de su nido y llevados por cucarachas… Pues se asustaron todos y huyeron y gritaron asustados, pero cuanto más alboroto, los transportados por cucarachas, más nos reíamos. Fue el mejor día de mi vida y las mejores cosquillas que tuve jamás. Por cierto me llaman la chica del metro. ¿Y usted como se llamaba?

T'ha agradat? Pots compartir-lo!