Amor a primera vista

Laís

Era una tarde de primavera y yo acababa de salir de la universidad. Estaba cansada después de una larga jornada de clases y solo pensaba en llegar a casa para descansar. Subí al metro de Barcelona, como lo hacía todos los días, y me senté en uno de los asientos vacíos del vagón.


Mientras esperaba a que el metro arrancará, noté la presencia de alguien que se sentaba en el asiento de enfrente. Levanté la mirada y me encontré con los ojos más hermosos que había visto en mi vida. Eran verdes como la esmeralda, con un brillo que los hacía resaltar en su rostro.


Sentí como si el tiempo se hubiera detenido y me hubiera quedado sin aire. Nunca antes había sentido algo así. Me di cuenta de que estaba enamorada a primera vista. Traté de mantener la compostura y fingí leer un libro mientras lo observaba discretamente. Noté que él también me miraba, pero parecía tímido y desviaba la mirada cada vez que nos cruzábamos.


Me di cuenta de que íbamos en la misma dirección y sentí que tenía que hacer algo para conocerlo. Tomé aire y me armé de valor. Me puse de pie, me acerqué a él y le pregunté por el libro que estaba leyendo. Era uno de mis favoritos y comenzamos a hablar animadamente. Me contó que era nuevo en la ciudad y que estaba estudiando en la misma universidad que yo. Nos reímos, intercambiamos números de teléfono y nos despedimos en la estación siguiente.


Durante los días siguientes, nos hablamos mucho por mensaje y quedamos para tomar un café juntos. Descubrí que teníamos muchas cosas en común y que disfrutaba mucho de su compañía. Me enamoré aún más de él.


Pero un día, cuando me subí al metro para encontrarnos en nuestro café habitual, no lo encontré en su asiento. Lo busqué por todo el vagón, pero no estaba allí. Me preocupé y pensé que algo le había pasado.


Después de buscarlo por todas partes, decidí llamarlo. Al contestar, me explicó que había tenido una emergencia familiar y había tenido que salir de la ciudad de inmediato. Me aseguró que volvería pronto y que me llamaría en cuanto pudiera.


Pasaron días, semanas y no recibí noticias de él. Comencé a preocuparme cada vez más y a extrañarlo cada vez más. Me di cuenta de que me había enamorado perdidamente de él y que no podía vivir sin él.


Un día, cuando menos lo esperaba, recibí un mensaje suyo. Me explicaba que había tenido que pasar mucho tiempo en casa de sus padres y que no había podido volver a la ciudad. Pero que ya estaba de vuelta y que quería verme.


Lo esperé en el café y cuando llegó, supe que había valido la pena la espera. Me abrazó fuerte y me dijo que me había echado mucho de menos. Supe que mi corazón estaba en el lugar correcto y que había encontrado al amor de mi vida.

Categoria de 13 a 17 anys. Institució Igualada

T'ha agradat? Pots compartir-lo!